XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

A beautiful yellow trumpet

Paula González Vigara, 16 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

Mi nombre es Justina. Justina Almendez Belani. Tengo diez años y soy de Filipinas. Y sí, lo sé, mi mamá podría haberme llamado María o Andrea, pero quiso ponerme el nombre de mi abuela.

Nací en San Lorenzo, pero nos mudamos a España cuando tenía tres años porque mi padre es español. Me gusta pintar, correr como una loca, jugar con mis muñecas y ver películas. Soy una niña normal e inocente.

Nadie sabe que mi artista favorito es Ricardo Quespe, al que no conoce mucha gente, al menos en España. Ricardo es un cantante filipino que toca la trompeta. Me moriría de vergüenza si alguien supiera que mi artista favorito es un trompetista… Además, entre mi nombre y mi cantante favorito, me convertiría en el hazmerreír de todo el colegio. Por eso, lo mantengo en secreto.

Resulta extraño que a alguien tan pequeño como yo le guste un trompetista. A Lolita, por ejemplo, le gusta Bruno Mars. A Miriam, el ganador de La Voz Kids. Carla está loquita con Melendi… Pero por suerte, tanto a mi mamá como a mi papá les encanta Quespe. Cuando se enteraron de que iba a venir a España a dar un solo concierto, compraron tres entradas, a pesar de que no podemos permitirnos este tipo de lujos con frecuencia.

Cuando llegó aquella noche, me arreglé con detalle. Estaba muy nerviosa y tenía que estar guapísima. Había escrito una carta para Ricardo con mucho esmero; tuve que repetirla tres veces porque la letra me había salido fea; si conseguía dársela, tenía que causarle una buena impresión.

De camino al concierto me acordé que no mucha gente sabía quién era: si apenas le conocían, no habría mucho público y las posibilidades de que pudiese entregarle mi carta aumentaban. «¡El día mejora por momentos!», pensé. ¡Tonta de mí!... No fue así. Al llegar me asusté al ver una nube de espectadores, la mayoría de ellos de la comunidad filipina que reside en España.

El concierto fue maravilloso, hasta que Ricardo trompeteó y cantó mi tema favorito: A wonderful yellow trumpet. Acababa de empezar un momento especial, mágico… Mientras bailaba y cantaba con mi madre, de entre la multitud distinguí las dos coletas de Carla. ¿Qué hacía allí?... Hice lo imposible para que no me viera: no quería que lo contara en el colegio. Y estuve a punto de conseguirlo, hasta que me descubrió. Creí que el mundo se acababa y me di por vencida.

—Hola —me saludó.

Permanecí callada hasta que le confesé mi secreto. Ya me daba igual.

El corazón se me paró cuando ella me dijo que también le gustaba Quespe.

—No, no es Melendi, como creéis —confesó—. Es que un día vi su nombre escrito en tu carpeta y, movida por la curiosidad, lo busqué en internet y comencé a escucharle.

Casi rompí a llorar por la emoción.

Ahora Carla y yo solemos estar juntas con nuestras respectivas pandillas. Cuando nos preguntan por nuestro cantante favorito, nos miramos y, muy sonrientes, decimos a coro:

—¡Ricardo Quespe!