XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Análisis de la vida
desde los lomos de un caballo

Lucy Walker, 15 años

                Colegio IALE (Valencia)  

Si a mis quince años puedo sacar alguna conclusión de la vida, es que nada que valga la pena se consigue sin esfuerzo. Como deportista de élite he tenido muchos altibajos en mi carrera, altibajos que también afectan mi vida personal. Además, como mi deporte es la equitación, las circunstancias no sólo dependen de mí, sino también del caballo.

El año pasado subí de categoría y empecé a competir contra jinetes y amazonas que me superaban en tres o cuatro años de edad y, por tanto, de experiencia. Los primeros meses me resultaron muy complicados, pues en esta disciplina te tienes que guiar por lo que sientes y no por lo que crees lógico. Yo sentía que las cosas iban mejor, aunque no obtuviera resultados que lo verificaran. Eso me frustraba.

Si un año antes ganaba casi todos los premios, en ese momento me tocaba aceptar con humildad una larga racha de sequía. Era el precio para acostumbrarme a esta nueva categoría. Eso sí, a finales de año empezamos a obtener resultados muy positivos y constantes, después de haber trabajado durante doce meses, casi a ciegas por no saber a dónde nos llevaría nuestro trabajo.

Empezamos –hablo en plural, pues mi caballo y yo somos dos…- a ganar los concursos otra vez, pero más importante que ganar fue que disfruté de nuevo. Las cosas buenas vienen cuando dejas de darle importancia a las negativas. Me había dado cuenta de que mejor que preocuparse, de pensar, de dudar…, es confiar en que con trabajo y constancia las cosas saldrán bien.

Me preguntan a menudo si alguna vez he llegado a plantearme tirar la toalla, dejarlo todo. Y sí, claro que me lo he planteado, pero también he llegado a la conclusión que si hay algo que realmente quieres, merece la pena luchar por ello sin mirar atrás. No nos damos cuenta de lo fuertes que somos hasta que ser fuerte es la única opción que nos queda.

Es mejor arriesgarse a esperar a que nos den una oportunidad. Mejor dicho, esa oportunidad hay que crearla, pues la vida pasa tan rápido que hay que hacer aquello que te haga feliz, sin importar lo que nos cueste. A fin de cuentas, el único fracaso que hay es rendirse.

Cuando te caigas es para saber dónde pisas, al fin y al cabo, la vida es un sendero que lleva a la cima y cuando las cosas van mal no nos hemos perdido, sólo estamos en el camino y siempre habrá baches. Cualquiera puede huir de esos baches, pero enfrentarse a ellos y superarlos es lo que te hará lo suficientemente fuerte para llegar a la cima. No se trata de lo rápido que llegas, ni de lo que nos espera al otro lado, se trata del viaje.