IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Cada mañana

Julia López Espejo, 16 años

                  Colegio Zalima (Córdoba)  

Cada mañana, cuando me despierto y pienso en el día anterior, me parece que algo de mí se ha ido para siempre. Es como si en las manos hubiera tendido una mariposa bella, suave, coloreada, vital e inquieta que hubiese huido sin remedio a un amplio y vasto espacio para revoletear por última vez. Es una sensación de vacío de la que difícilmente me recupero.

Más tarde intento llenar ese hueco con las experiencias de mi vida, lo que me lleva a examinar concienzudamente si he aprovechado todo aquello que Dios me ha obsequiado: la existencia, el tiempo, mi familia...

Me doy cuenta de que podría ser mejor persona, que podría apreciar más lo que tengo y a valorar lo que soy y lo que puedo llegar a ser. Quisiera crecer en amor, respeto, cordialidad, responsabilidad, ponderación, justicia, paciencia... Estos pensamientos me conducen a apreciar igualmente la belleza de unas gotas de lluvia que resbalan por la ventada de mi habitación, el chisporroteo y la lumbre, lo infinito del horizonte o el aroma de la fruta fresca.

Me doy cuenta de que en ocasiones vivimos en la superficialidad, persiguiendo sueños absurdos y disparatados, que terminan convirtiéndose en angustiosas pesadillas. ¿Por qué no dar los pasos necesarios para soñar en aquello que no lleve por el sendero de la verdad, del bien y de la belleza?

Sin duda, necesito buenas personas que me sirvan de apoyo para construir mi futuro; no crear obstáculos que me impidan continuar, acabar lo que he empezado.

Cada mañana pienso que el día que me queda por vivir será el mejor porque yo soy mejor y valoro lo que me rodea. Entonces me siento plena para vivir, libre para decidir, consciente para actuar y lúcida para aprender.