XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Dale de comer al gato

Belén Ternero, 14 años

 Colegio Entreolivos (Sevilla) 

La lluvia resonaba por toda la casa. Incluso se había hecho un hueco a través de algunas goteras, por las que el agua caía con estrépito. Daniel se encontraba junto a la chimenea y miraba por la ventana, expectante. Deseaba salir al patio y saltar con otros niños en los charcos, sentir la lluvia en el rostro, disfrutar de los tonos grises en el aire y del frío, de la ropa pegándose a la piel y, así, limpiar su tristeza. Pero no podía; debía mantenerse allí sentado, esperando algo que nunca ocurriría.

Se alegró al oír los precipitados pasos de su madre al bajar la escalera y la vio dejarse caer en un sofá. La observó con disimulo, recorriendo su cabello desordenado y las oscuras ojeras. Su gesto le dio a entender que por fin había secado el agua.

—Mamá, si no puedo salir a la calle... Entonces, por favor, dale de comer al gato —le dijo Daniel con la vista clavada en las llamas.

La madre, desconcertada, solo atinó a negar con la cabeza.

—Daniel… No es la primera vez que te digo que no hay ningún gato.

El niño se volvió hacia ella con la tristeza reflejada en sus ojos, y repitió:

—Mamá, dale de comer al gato. Por favor.

Extrañada por aquel comportamiento, la mujer hizo ademán de acercarse a su hijo cuando, de súbito, sonó el timbre. Lanzándole una última y preocupada mirada, se apresuró a abrir.

Un mar de señores desconocidos, vestidos con batas blancas, entró de golpe, rodeándola.

—Querida… —la saludó una joven desde el otro lado de la puerta. No tardó en abrirse paso con sus coloridas prendas entre aquel torbellino níveo que había irrumpido con tan poca delicadeza en su hogar. — Hemos venido a ayudarte. Tranquila; todo va a ir bien.

Los señores de batas blancas estuvieron un largo rato conversando con la madre de Daniel. Uno de ellos, el más anciano, tomaba nota de todo lo que ella decía a velocidad de vértigo. El bolígrafo se deslizaba con rapidez sobre el papel. Se podía leer, con letras claras:

… Perdió a su hijo hace un par de semanas. El niño, de nombre Daniel, murió en un día lluvioso. Salió de casa sin permiso de su madre, y fue atropellado por un autobús. Ella no puede superarlo… Hay un gato en la casa, que lleva días sin comer.