V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

El ejemplo de las madres

María Quero Coca, 18 años

                  Colegio Zalima (Córdoba)  

Milagros es un ejemplo, un modelo. Y eso que se trata de una madre sufrida.

Su vida está compuesta de alegrías y profundos dolores, como la muerte de su marido a causa de un infarto y de uno de sus hijos, Pablo. A esta difícil situación se añaden las enfermedades de su hija María: un fallo renal y una grave deficiencia cardiaca. María ha sido intervenida varias veces. Milagros siempre tiene una palabra de aliento para ella y una amable sonrisa guardada debajo de la manga.

Parece difícil que alguien que experimenta el dolor de esta manera pueda desprender tanta alegría. Tiene una fe recia y aunque la vida se le tambalee, sabe a Quién aferrarse...

Repito que la vida de su hija es complicada por sus problemas de salud, por tantas limitaciones. Pero es en esos momentos de dificultades físicas cuando Milagros le enseña la forma de llevar con garbo la enfermedad.

Todo comenzó el día que María fue al hospital con una hemorragia en la nariz. Tras varias pruebas, los médicos descubrieron una gran anemia y un fallo renal provocado por los contrastes que le inyectaron en una ocasión para hacerle un TAC. La hija de Milagros tenía que pasar por el quirófano.

Para María es muy difícil y le cuesta mucho aceptar esta nueva situación:

el día que la ingresaron, fue horrible. Ella sólo deseaba hablar con su madre, no quería que la dejaran allí. Además, a la semana siguiente tenía los exámenes finales y debía estudiar.

Los médicos no le permitieron ver a su madre hasta que no se tranquilizó.

Ella no entendía que Milagros estuviera afuera. ¿Por qué le había dejado sola en aquellos momentos? Al cabo de unos minutos -que a la chica le parecieron eternos- entró en la sala. Su madre tenía los ojos llorosos e hinchados. La tomó de la mano con fuerza y trató de explicarle que seguro sacaría algo positivo de aquella situación tan difícil.

“Por qué, por qué, por qué...”, musitaba María. Por qué siempre ella tenía que sufrir los golpes de la mala salud. Su madre le respondió algo que nunca olvidará: “Si estás aquí es por tu bien, seguro. Si estás de nuevo en el hospital no es por gusto de ningún medico, sino por una misteriosa razón que te hará crecer, sin duda”.

María comprendió que su madre nunca le había dejado sola y que de nuevo le ayudaba a mantener los pies bien firmes en el suelo, a no perder sus sueños y alegrías.

Como Milagros, hay muchas madres que nos ayudan a alzanzar las metas que nos proponemos en la vida. Ellas se dan completamente sin esperar nada a cambio, excepto nuestra felicidad.

Mirándola pienso que tengo una gran deuda con ella. Como muchas otras madres, es un ejemplo de abnegación y entrega. No sólo me ha dado la vida sino una razón para nunca dejar de luchar.