XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

El lince ibérico: una
historia de éxito 

Carlos Melgosa, 15 años

Colegio El Prado (Madrid)

En un viaje a Andújar (Jaén) con mi familia, me sorprendió encontrar la estatua de un lince a la entrada de la ciudad. Debo reconocer que la miré con interés, y que aquella figura en bronce del felino me animó a interesarme por este animal salvaje.

El lince ibérico es una especie única de la Península. Por tanto, es responsabilidad nuestra cuidar de él, como lo es para China el cuidado del oso panda o para Indonesia el del rinoceronte de Java. A principios de la década de los dos mil quedaban menos de cien ejemplares, distribuidos en dos zonas: el Parque Natural de Doñana y en el Parque Natural de la Sierra de Andújar. Como ambas zonas protegidas están separadas por cientos de kilómetros, su posibilidad de supervivencia era casi nula. Es decir, el lince ibérico podía desaparecer para siempre. Por eso, todas las instituciones se pusieron de acuerdo en que había que salvarlo.

Se inició, pues, un proceso de reintroducción de ejemplares. Las crías vivían en semi cautividad, en entornos muy controlados, y cuando se hacían adultas los responsables del programa las soltaban en territorios salvajes. Una de las claves fue elegir bien el lugar para liberarlas, alejadas de las poblaciones y que estuviera repleto de conejos, que son la dieta de este felino. Gracias a este plan se fueron repoblando los parques de Doñana y Andújar, para después reintroducirse en otras zonas de la España donde el lince habitó en un pasado.

A día de hoy existen linces ibéricos en los Montes de Toledo, la Sierra de Cazorla y a Sierra de Montoro. Incluso se ha extendido a zonas de Extremadura y Portugal (como Parque Natural del Valle de Guadiana). Se estima que hoy tenemos más de mil cien ejemplares en libertad.

El programa ha sido un éxito y sigue vigente. Lo que me lleva a pensar que los españoles, cuando estamos todos de acuerdo, llevamos a cabo grandes proyectos.