XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

El próximo tren

Cristina Melero, 16 años

                  Colegio Zalima (Córdoba)  

Intentaba disimular, pero de vez en cuando se le escapaba una sonrisa. La alegría por el momento que acababa de vivir no le cabía en el cuerpo. Qué tontería, pues lo más posible es que no volvieran a verse. Además, el paso de los días acabaría por borrar ese frágil encuentro. Pero Daniel se sentía lleno de felicidad desde hacía tres paradas.

La primera mirada que se cruzaron fue en el andén. Una mirada fugaz, que apenas duró unos instantes, apenas nada, aunque suficiente para que deseara conocerla. Dibujaron una sonrisa tonta para regalársela el uno al otro. Después cada cual siguió su camino por los grises pasillos del metro.

Sólo había dado cinco pasos cuando Daniel sintió una presión en el pecho. Acababa de caer en la cuenta de que cada paso que daba, le alejaba más de ella. ¿Y si no volvía a ver a esa chica?

No lo pensó dos veces; giró sobre sus talones y regresó al andén para echar a correr por el túnel por el que ella se había perdido. Conducía a otro andén, en donde un tren estaba a punto de marcharse.

Un pitido prolongado indicó el cierre de las puertas de los vagones.

En una última carrera, el muchacho se abalanzó contra la puerta, pero ya estaba cerrada.

El tren se puso en marcha lentamente. Los pasajeros le miraban sorprendidos desde su interior. Entre todos ellos, reconoció una cara que le sonreía.

Se despidieron con un último intercambio de miradas.

La serpiente de metal desapareció en la oscuridad. Daniel se quedó solo en el andén, dispuesto a tomar el próximo tren.