IX Edición

Curso 2012 - 2013

Alejandro Quintana

Estrellas

Berta Cervilla, 14 años

                 Colegio Monaita (Granada)  

Escuchó unos ligeros pasos procedentes de la escalera. Rápidamente, se descalzó y se metió a toda prisa en la cama. Encendió la luz de la pequeña lámpara de su mesita de noche. Los pasos estaban cada vez mas cerca. Sus ojos no se despegaron de la puerta hasta que una anciana, con el rostro surcado de arrugas y unos alegres ojos verdosos, entró en la habitación.

-Es la hora del cuento, abuela -le dijo la chica, incorporándose ligeramente.

Su abuela sonrió con dulzura.

-Como sabrás, el cielo está repleto de estrellas -comenzó a narrar mientras tomaba asiento junto a su nieta, de tan solo diez años-. Al mirar al firmamento, todos vemos millones de puntitos que iluminan la oscuridad de la noche. Esos astros son un reflejo de las personas…

-¿De las personas? -interrumpió con el ceño fruncido.

-Sí. De cada ser humano que pisa la tierra -continuó-. Pero no todas las estrellas brillan por igual. Algunas apenas se pueden ver, mientras destacan otras. ¿Sabes por qué?

Su nieta movió negativamente la cabeza.

-Porque unas se esfuerzan en brillar, dan lo mejor de sí mismas. Si tú trabajas duro, haciendo la tarea que te manden en la escuela y cumpliendo con tus encargos domésticos, podrás ser como uno de esos luceros que brillan tanto que los podemos apreciar.

-Pero las estrellas no son famosos…

La anciana soltó una carcajada ante la ocurrencia de la pequeña.

-Claro que no. -Se retiró un mechón gris que le caía sobre el rostro-. Estas estrellas no brillan para que todos las conozcan o para salir en televisión, sino que ponen todo su esfuerzo y dedicación en su trabajo de iluminar, no como las otras, que apenas emiten luz.

Escucharon cómo se abría la puerta de entrada, emitiendo un chirrido. La mujer entonces se levantó, y dándole un beso en la frente a modo de despedida, abandonó la habitación.

La niña se enterró entre las sábanas y cerró los ojos. Lo último que pensó antes de sucumbir al sueño, fue que ella también quería brillar por su esfuerzo.