XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Finanzas para el espacio 

Marcos Ranchal, 17 años

Colegio IALE (Valencia)

No hace mucho tiempo, navegando por la red, llegué a los artículos de opinión de algunos periódicos digitales. En uno de ellos me topé con una columna que me hirvió la sangre apenas leí el título: Gastar en el espacio es derrochar el dinero. Movido por la curiosidad de conocer los argumentos del autor, me dispuse a leerlo de cabo a rabo.

Sin sorpresa alguna desentrañé las razones que el columnista esgrimía para que los gobiernos no inviertan recursos económicos en el espacio. Para defender su tesis recurría a un montón de porcentajes y estadísticas referidas a la pobreza mundial (los millones de familias que no tienen acceso a un techo, a comida, a agua, a sanidad…), es decir, resaltaba los mas graves problemas de la humanidad para concluir con un broche de oro: el conocimiento debe estar al alcance de todos y no ser tratado como el jardín de los ricos. Es decir, que el espacio es de todos o de ninguno. O, por afilar un poco mejor, que los políticos y los científicos deben dedicarse a arreglar los problemas de la Tierra.

Tengo muchos contraargumentos acerca de lo que planteaba ese artículo. Si el dinero que los gobiernos destinan a la investigación espacial durante todo un año se invirtiera en alimentar a los habitantes de África, por ejemplo, estos gozarían de unos quince días con el estómago lleno. Sería pan para hoy y hambre para mañana. Además, conviene no olvidar que la NASA puso en órbita un satélite capaz de indicar cuáles son las mejores zonas de cada territorio para cultivar toda la variedad de especies vegetales, así como para prevenir sequías e inundaciones, información a disposición de todos los países de manera gratuita.

Stephen Hawking advirtió que la mayor amenaza para la vida inteligente es la alta probabilidad de la colisión de un asteroide con un planeta habitado. Creo firmemente que si hay una amenaza que pueda borrarnos de la faz de la Tierra, qué menos que investigar las formas de evitarla. Sin ir más lejos, en España contamos con potentes telescopios que todos los días detectan y clasifican asteroides dependiendo de su tamaño y probabilidad de colisión. En la misma línea opera Artemis, la nueva misión que pretende enviar investigadores a la luna para crear una base en el asteroide. Si me apuran, este es el comienzo de la investigación hacia la primera ciudad interplanetaria. Son ejemplos que ayudan a entender que el espacio nos tiene guardados numerosos secretos, muchos de ellos beneficiosos, que pueden mejorar significativamente nuestra vida.

Por último, las tecnologías que están al alcance de nuestra mano gracias a los satélites que los países ricos han soltado por la órbita terrestre, nos ayudan de mil maneras: desde las predicciones meteorológicas a partir de las que planificamos un fin de semana, al cálculo de la ruta más corta para llegar a un destino a tiempo, aunque para mí la más importante es poder comunicarnos instantáneamente con cualquier lugar del planeta.

Por tanto, ¿cuál es la razón –si es que existe– por la que no deberíamos invertir en tecnología espacial?