XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

La aventura de Félix

Paco Moreno, 14 años

                 Colegio Iale (Valencia)  

Félix bajó las escaleras somnoliento. Le había despertado el escándalo del piso de abajo. ¡Menuda fiesta se había organizado!...

Durante un rato estuvo observando desde la puerta, que se abría y cerraba a cada poco. Después se deslizó entre los invitados, hasta acabar debajo de la mesa de los aperitivos. Al ser tan pequeño, nadie reparó en su presencia.

Cuando empezó a aburrirse, no se lo pensó dos veces: salió de su escondrijo, avanzó entre los pies de la gente y, de repente, le engulló la oscuridad.

Sin darse cuenta acababa de salir a la calle. Frente a él, la noche lúgubre. A sus espaldas, la puerta se cerró con un ruido seco.

Gritó y gritó, pero no le oía nadie. Entonces supo que no podía regresar.

Empezó a llover. Félix tiritaba de frío y de miedo. Mientras, la fiesta continuaba en el interior de la casa.

Creían que Félix estaba durmiendo, así que no le echaban de menos.

Pensó unos momentos qué hacer. Decidió que necesitaba un lugar donde refugiarse.

Comenzó a correr por las calles hasta que, al cabo de un rato, encontró otra casa en la que sí pudo entrar, ya que no tenía puerta. Olía a humedad y a polvo, pero era mejor que nada. En pocos segundos se quedó dormido sobre un viejo sofá, a pesar del hambre y el miedo que le atenazaba.

A la mañana siguiente unos gritos le despertaron. Eran gritos de alegría porque su familia le había encontrado. Se pasó el resto del día entre caricias y achuchones. Pensó que no debía volver a escaparse, aunque aquella la experiencia le había hecho sentirse especial. Así que iba a prepararse para otra escapada.

Es lo que normalmente hacen los gatos.