VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

La sensación extraña

Isabel Asensio, 18 años

                 Colegio Altaviana (Valencia)  

Me dirigí a la cocina con legañas en los ojos. Pulsé el interruptor de la luz y, rápidamente, noté un cosquilleo en el estómago que no llegó a convertirse en arcada. Una sensación de vacío bajo los pies se apoderó de mí. Fue como si el alma quisiera escaparse de mis entrañas. Unos segundos más tarde, un sudor frío me alertaba de que la extraña sensación comenzaba a desparecer. Me senté con premura en la silla más cercana y rompí a llorar, agarrotada por los nervios. No quise alertar a nadie, así que me arreglé, cogí la mochila y salí hacia el colegio.

Solía tardar unos siete minutos en recorrer la distancia que hay entre el portal de casa y mi pupitre. Pero aquel día, cuando pasé frente a la puerta de un garaje, el olor de la grasa y el acéite me devolvió la sensación extraña. Al avanzar unos pasos volvió el sudor frío y, con él, una llantina ansiosa.

Unas semanas después, al comprobar que seguía aquella situación, les conté a mis padres lo que me estaba pasando. Mi padre me confesó que en su infancia le sucedió algo parecido al escuchar el rozar de las escobas de brezo contra el suelo. Así que al día siguiente me encontraba en la consulta de un médico que me hizo una serie de pruebas, entre ellas un “electro”.

Una enfermera me condujo a una habitación en penumbra en la que me colocaron un montón de cables y ventosas por la cabeza. Un foco de luz blanca comenzó a encenderse y a apagarse rápida y constantemente. Me recordó al flexo de mi cocina y a los focos de las discotecas. Pero la extraña sensación no vino a visitarme.

De vuelta a la consulta con el médico, éste comenzó a hacerme preguntas: “¿consumes drogas?” “¿Sueles ingerir alcohol?”... Después de responderle a todo que “no”, me dijo:

-Sufres un minúsculo foco epiléptico, pero no te preocupes. Estás creciendo y todas las partes de tu cerebro no se desarrollan al mismo compás. Si sigues mis consejos, todo volverá a la normalidad, ya lo verás.

La sensación extraña no volvió a visitarme.