VIII Edición

Curso 2011 - 2012

Alejandro Quintana

La última mañana

Patricia De La Fuente, 15 años

                 Colegio Alborada (Alcalá de Henares)  

<<Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano>>.

Martin Luther King, Jr.

Las olas rompían contra los acantilados y la brisa empujaba el salado aroma del agua por toda la costa. Ella contemplaba el horizonte con la mirada perdida, insensible a la belleza de aquel cuadro natural. Para ella el mar sólo era un cruel asesino, un mensajero de la muerte que hacía tiempo le había robado lo que más apreciaba en el mundo. Iba vestida de blanco, con un pañuelo azul cielo al cuello. Nadie pudo sospechar lo que tenía pensado hacer aquella mañana.

El cielo se cubrió con un manto de negras nubes que empañaron aún más el alma de la joven. A ella siempre le habían gustado los días grises, días melancólicos, porque bajo ese tipo de clima había paseado con él.

Ahora eran solo un mal recuerdo.

Aquella mañana no volaron las gaviotas. No se oían los cantos de los pájaros. La brisa ya no era una dulce melodía que la adormecía, como cuando paseaban por la playa. No mecía la hierba ni acariciaba su cuerpo: era únicamente un mal presagio, un anticipo de lo que iba a ocurrir, la última canción de viento para ella.

Permaneció sentada. Se levantó un viento del Norte que le congeló los huesos y comenzó a tiritar… Unas voces gritaron su nombre. Las arrastraba el aire, pero ella no respondía. Al contrario, se levantó dejando el pañuelo azul, a pesar del frío, y el sombrero.

Se detuvo al borde del precipicio. Las imágenes de su vida corrieron raudas por su mente. Eran imágenes solo alegres, pero la idea que llevaba acariciando tanto tiempo no se apartaba de su cabeza. Sin pensarlo más, sin mirar atrás, se lanzó, se arrojó al vacío que la separaba de los arrecifes y del agua helada del océano Atlántico.

A medio camino en el vacío, las lágrimas saltaron y se deslizaron por sus mejillas. El arrepentimiento asoló su alma y deseó no haberse lanzado nunca, nunca…Pero era demasiado tarde para echarse atrás.