III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Los libros

Esther Castells. 17 años

                  Colegio Vilavella (Valencia)  

       Estamos en 2007, siglo XXI. Ha llegado el apogeo de la tecnología: pen drives, mp3 y mp4, gps y dvd’s pululan a nuestro alrededor. Estamos en plena vorágine de la informática y me preocupa el poco tiempo que queda para los libros, esos silenciosos maestros que esconden infinitas historias entre sus páginas.

       Es cierto que el nuevo siglo y el desarrollo tecnológico aportan numerosas mejoras a nuestra vida pero, al mismo tiempo, se han llevado consigo muchas otras cosas igual de buenas, como el amor por los libros. Si el ordenador es indispensable, los libros han sido fuente de consuelo, aprendizaje y entusiasmo para miles de personas a lo largo del tiempo: niños en un principio que, ya convertidos en adultos, aún guardan el recuerdo de una novela leída en una calurosa tarde estival, en la convalecencia de una gripe o para hacer menos amargo un castigo.

       Debemos hacer de la Literatura una herramienta de madurez, de crecimiento: fantasear con “La Isla del Tesoro” o “Veinte mil leguas de viaje submarino”; embarcarnos en una aventura con “Miguel Strogoff” o “Ivanhoe”; sufrir con las desventuras de “El Conde de Montecristo” o las que suceden en “Cumbres Borrascosas”; profundizar en la psique de Ana Ozores, protagonista de “La Regenta”; o dejarnos llevar por la emoción de un poema de Machado.

       En conclusión, es tan o incluso más importante que el conocimiento de la informática cultivar el trato con los libros. Ellos permanecerán cuando nosotros hayamos muerto, sempiternos en el espacio y el tiempo, en busca de un nuevo lector al que asomar al mundo de su fantasía. Dejemos que también pervivan en nosotros.