XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Luz en la oscuridad 

María Flores Hens, 17 años

          Colegio Zalima (Córdoba)  

Mirando la lista de colegios que debía visitar, suspiró al ver que solo le faltaba uno. A lo largo de ese día Javier había capturado cientos de sonrisas: algunas seguras, otras más tímidas y nerviosas, e incluso varios rostros serios. Ser fotógrafo era un oficio curioso.

Entró por la puerta del colegio y la secretaria le acompañó a una sala, donde una larga fila de alumnos esperaban aquel momento. Javier preparó el material, colocó el trípode, la cámara y enfocó el objetivo. Lo que vio a continuación fue algo que no olvidaría en toda su experiencia laboral: frente a él tenía un chico con una nariz de payaso, sonriendo y con los pulgares levantados.

El fotógrafo no pudo contener la risa y le preguntó si aquello era una broma. El chico le respondió negativamente y le explicó que todos habían decidido hacerse la foto con algo que les caracterizase, para que se les recordara como únicos y diferentes entre sí. Javier comprendió que aquel chaval vestido de payaso debía ser el que conseguía arrancar sonrisas a toda la clase.

Después del primero aparecieron más alumnos con diferentes objetos: un altavoz, una pelota de baloncesto, un cuadro, un micrófono, una manzana... En último lugar llegó una niña que se sentó con las manos vacías. Javier esperó a que alguien le acercara algún objeto o a que ella hiciera algún gesto característico, pero la pequeña no se movió. Javier sintió pena, porque quizá aquello significaba que la chica no lograba identificarse con nada o que no sentía que destacara en nada especial.

Al enfocar su rostro, reparó en una cosa que le había pasado desapercibida: los ojos de aquella niña desprendían un brillo que no había visto en ninguno de los compañeros que la habían precedido. Tenía unos ojos sinceros y profundos que reflejaban su interior.

Terminado el trabajo, el fotógrafo se despidió de la secretaria. De camino a casa pensó en la última chica, la que brillaba por sí misma. No necesitaba ni un balón ni un micrófono ni ningún otro objeto, porque su característica principal no estaba representada en nada externo. Entonces, la lástima que había sentido por ella en el momento de la foto, se desvaneció. Esa chica lo que tenía era luz interior.