VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Maurice

Miguel Guerrero, 15 años

                  Colegio Altocastillo (Jaén)  

Maurice tenía 16 años cuando Alemania ocupó Francia y se desató la persecución contra los judíos. Aunque él y su familia eran cristianos, los padres de Maurice apoyaban al gobierno de Vichy. Sin embargo, tenía amigos judíos en la escuela y se sentía molesto cuando el resto de sus compañeros se burlaban de ellos a causa de aquellas estrellas de David que las autoridades les obligaban a llevar cosidas como si fuesen señuelos.

En casa sus padres le decían que tenía que ser fiel al nuevo régimen, al igual que en el colegio, pero Maurice era un chico bastante espabilado para su edad y no se podía explicar cómo los mayores permitían semejante situación.

Los agentes de las SS hacían todo lo posible para que los ciudadanos denunciaran a los judíos y les descubrieran sus escondites. Un día, un agente le preguntó a Maurice por la calle:

-Chico, ¿conoces a alguien que sea judío. Debes decírmelo por obligación legal.

Maurice se detuvo a reflexionar. Sus maestros le habían enseñado que la ley siempre debía ser cumplida, pues sin ley no habría orden y todo se convertiría en un caos. Pero… ¿acaso no existen leyes injustas que van en contra de alguno o de todos los principios?

En la conciencia de Maurice se desató una batalla, porque conocía a una familia que escondía a un chico de raza hebrea, un compañero de su clase.

No estaba dispuesto a delatarles.

El agente de las SS inisitió:

-Chico, te he hecho una pregunta. Respóndeme.

Maurice estaba alterado. Si se enteraban de que mentía, tanto el como su familia lo pasarían muy mal.

Finalmente, armándose de valor, le dijo:

-No, no conozco a nadie.