III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Señor Paco

Sandra Valcárcel, 16 años

                 Colegio Altaviana (Valencia)  

    El señor Paco es el dueño de la taquilla de la ONCE del barrio. Se quedó ciego en un accidente de tráfico, a causa del golpe que se dio en la cabeza.

    El señor Paco se levanta todos los días con una sonrisa para abrir su pequeño negocio. Cuando voy al colegio, me alza la mano en forma de saludo, ya que -según él- sabe que soy yo porque a esa hora no es normal que se escuche la música tan alta. Y es que, para distraerme, camino con el MP3 de camino al colegio.

    Un día, después de salir de clase, me puse a hablar con él. Me dijo que si salía un día a las dos y media de clase y pasaba por su taquilla, me podría enseñar a la mujer de sus sueños. Cuando faltó la profesora, pudimos salir un poco antes y me acordé de lo que una vez me dijo Paco. Cuando llegué a su taquilla, le saludé y se puso muy contento, ya que su “habladora”, que es como él llamaba a su reloj parlanchín, ya había marcado las dos y media, la hora mágica... Noté que estaba inquieto.

    De pronto, me pidió que mirara al otro extremo de la calle. Llena de curiosidad, me volví y vi pasar a una chica alta, de ojos azules y muy guapa. El señor Paco, que se quedó inmóvil un instante, me preguntó si era tan guapa como él se la había imaginado. Y le dije que sí. Con intriga, le pregunté como podía hacerse una idea del físico de aquella mujer. Me contestó que a través del olfato. Él huele y siente al mismo tiempo.

    Al llegar a casa le conté a mi padre aquella anécdota. Él, guiado por su experiencia, me respondió que el señor Paco, como carece del sentido de la vista, ha mejorado la capacidad de otros órganos sensitivos que suplen de alguna manera su invidencia.

    Me quedé pensativa, imaginándome cómo sería el mundo si todos sus habitantes fuéramos ciegos. ¿Veríamos las cosas de la misma manera que el señor Paco?