VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Sin previo aviso

Almudena Outeda Rodríguez 15 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

Sin previo aviso apareció entre las brumas. Abandonando su etéreo escondite, se fue acercando, sigiloso, camuflado. El viento mecía su bandera, que ya se proclamaba vencedora entre las tinieblas. En cubierta, los hombres estaban preparados para el asalto, expectantes. Faltaba muy poco.

Un cuerpo se estrelló contra la nave. Los piratas, desprevenidos, volaron desde sus posiciones, impulsados por el impacto. Un buque de la Marina Real se había incrustado a su popa. Los soldados del Rey, apuntaban a los bucaneros con trabucos, temerosos a cambiar de barco. El oficial al mando sí lo hizo. Lentamente, fue acercándose al capitán.

-Disculpe, señor –comenzó el oficial, de tal forma que parecía que hablase con un subordinado y no con el hombre más temido de los océanos–, pero nos hemos visto obligados a intervenir porque, para continuar la operación, debe pagar a la Corona el I.A.E.

-Y eso, ¿qué rayos es? –preguntó el capitán irritado, recobrando la voz.

-El nuevo Impuesto de Abordaje por Estribor, señor.

-¿Me toma el pelo?

-En absoluto. Es una de las nuevas medidas del Rey con las que paliar la crisis que asola al Reino. De todas formas, aquí traigo la orden.

Sacándose un pergamino enrollado del uniforme, lo puso bajo las narices del capitán. El pirata, docto como era en el arte del robo, no lo era tanto en el de la lectura y tardó su tiempo en descifrar aquellos garabatos.

-Lo siento, pimpollo, pero aquí pone que el impuesto por los robos está “pendientes de aprobación”. Por lo tanto, ya se puede ir por donde ha venido –replicó el bucanero.

-Eso es lo de menos. Para agilizar la recuperación económica, tenemos un permiso especial para ir cobrando estos impuestos provisionales.

-No, si al final me quedo sin botín –murmuró entre dientes el capitán–. Está bien. –Escrutó desafiante al oficial–. ¡Volved al trabajo, perros sarnosos! ¡Atacamos por babor! ¡Y daos prisa, que se nos escapan!

-En ese caso, deberá usted abonar primero el Impuesto de Abordaje por Babor.

-¿Y el Impuesto por Exceso de Respiración? –preguntó irónico el pirata.

-Lo siento, pero dicho impuesto todavía no existe. Pero sus palabras me hacen recordar que también tiene usted que pagar el impuesto por el Aprovechamiento del Recurso Público Hidráulico y el Impuesto por el Aprovechamiento del Recurso Público Eólico.

-¡Esto es de locos! Le recuerdo, figura, que el único que tiene la licencia en regla para atracar a los ciudadanos, soy yo. Así que, en vez de tanto impuesto absurdo debería existir una multa por Usurpación de Identidad!

Cuatro pares de manos agarraron al sorprendido oficial, que pronto se descubrió atado de pies y manos, de vuelta en su navío. Mientras los soldados corrían a socorrerlo, el barco pirata realizó una ágil maniobra, gracias a la cual se desprendió de la fragata de la Marina.

Una moneda de oro cayó del cielo, aterrizando a los pies del oficial. Desde la otra nave, el capitán pirata le sonreía.

-Que pasen un buen día. Por cierto, le regalo la moneda. La necesitará. Y muchas más a parte de esta, porque a juzgar por el agujero de su buque van a aprovecharse durante bastante tiempo del Recurso Público Marino ese, y no está bien que se vayan de gratis. Ah, y no se olvide de cobrárselo a los peces, que llevan años viviendo de gorra.