XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Su perro

Eduardo Sanz Campoy, 16 años

                 Colegio Mulhacén (Granada)  

El trineo no se detuvo; saltó sobre un talud de nieve y cayó al agua.

Un sinfín de agujas de hielo se le clavaron en el cuerpo y comprimieron sus pulmones, cortándole la respiración. Trató de subir a la superficie, pero sus músculos estaban agarrotados. Cuando la mar reclamaba su vida, sintió un mordisco que tiró de él hacia fuera y lo arrastró a la orilla.

Era su perro.

Una vez en tierra, comenzó a hocicarle, pero era demasiado tarde: el frío se había apoderado de él y comenzaba a teñirle la piel de azul.

Entonces lo recordó: la única manera de salir con vida era con calor, y la única manera de conseguirlo era de su perro. Más concretamente, las entrañas de su perro.

Le sacudió una oleada de desesperación. Rajarle las tripas a su compañero le provocó una sensación de vacío.

Pero tenía que hacerlo.

Incapaz de mantener el pulso, sacó su cuchillo y lo alzó ante la atenta mirada del fiel animal.

Pero no pudo…

Sus manos se abrieron y el cuchillo se le cayó.

Había llegado su fin.