XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Una injusticia

Luis Mora-Figueroa, 16 años

             Colegio Tabladilla (Sevilla)  

Desde que tengo que elegir una carrera universitaria, ando bastante perdido. Entre que quiero elegir algo interesante y que no paro de escuchar: «Los estudios que valen son estos o aquellos» o «Tú deberías pedir plaza en tal o cual carrera», estoy hecho un lío. Así que, interesado en saber qué grados se demandan, hojeé el mercado de trabajo. Tras el desánimo inicial, al comprobar que se requieren tres idiomas, me topé con algo muy interesante: en negrita, cerca del título del anuncio y en un molde de letra bastante grande, dejaba bien claro que se tomaría como un punto positivo para el puesto que el interesado fuese hombre. Es decir, un varón tenía más posibilidades de ser contratado que una mujer.

No supe si echarme a reír o a llorar. Por un lado, es gracioso comprobar cómo alguna empresa puede tomarse en serio semejante estupidez. Por otro, me di cuenta de lo atrasada que está nuestra sociedad en determinados casos. Porque yo siempre he tenido claro que mujeres y hombres, en general, estamos igual de capacitados. Aunque preguntadle a mi padre quién manda en casa...

Parece que la igualdad sigue siendo una necesidad pendiente.

En todo caso, debo poner un matiz. Y es que he mentido: resulta que en aquella oferta no eran los hombres los que tenían más posibilidades que las mujeres, sino todo lo contrario; eran las mujeres las que tenían más posibilidades de ser contratadas. ¿Es que acaso esta claúsula no sigue siendo una injusticia?