III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

¿Una simple asignatura?

Nuria Meseguer, 17 años

                  Escuela Pineda (Barcelona)  

    Hace unas semanas me encontré con una amiga. Cuando ya nos estábamos despidiendo, me dijo: “Hasta mañana si Dios quiere”. Me sorprendió, ya que no hay mucha gente que utilice este tipo de expresiones. Y es que frases como: “cada uno en su casa y Dios en la de todos”, o “Dios dirá” y otras del estilo, ya no se usan. Incluso, parece preferible decir: “hasta luego” que “adiós”. Quizá podríamos pensar simplemente que estos modos están anticuados, al igual que ya no decimos: “cámara de retratar”, sino “cámara de fotos”, pero tal vez no se trate de que estén pasadas de moda, sino de que se está intentando excluir todo lo que tenga que ver con Dios, incluso en el lenguaje.

    Por ejemplo, hace un tiempo, estaba viendo el programa de televisión “¿Quién quiere ser millonario?”, cuando apareció la siguiente pregunta: “¿Quién se ocupó del cuerpo de Jesucristo después de ser crucificado?”. De entrada, me resultó sorprendente que en la tele apareciese una pregunta referida a la religión cristiana, sobre todo si tenemos en cuenta que sólo aparece lo divino con intención de criticarlo. Pero fue aún más chocante que el concursante, que no sabía la respuesta, solicitara el comodín de la llamada. Si ese hombre, que seguramente había estudiado religión en el colegio, no sabía contestar a una cuestión que forma parte de nuestra historia y cultura, ¿qué pasara con los niños que nunca van a recibir conocimientos religiosos?

    La religión no sólo es útil para los que practican. ¿Cómo va entender alguien la ternura de la Piedad de Miguel Ángel, si no sabe nada acerca de la fe? ¿Cómo entender la cumbre literaria de San Juan de la Cruz o de Santa Teresa de Jesús? Cuando un niño educado en el laicismo militante contemple una representación del Espíritu Santo en forma de paloma, ¿cómo va a comprender que es algo más que una paloma?

    En fin, la religión es necesaria, aunque sólo sea para no ir de ignorante por la vida.