VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Utopía

Iñigo López de Ilárraza, 17 años

                 Colegio Vizcaya, Bilbao  

Era una mañana invernal de domingo. Alejandra, recostada, contemplaba desde su cama deshecha como las gotas de lluvia golpeaban el cristal y mojaban todo aquello que se encontraba fuera del alcance de esas cuatro paredes. El sonido de las agujas del reloj ocupaba el espacio de la habitación, de la casa. Estaba tan llena de objetos y a la vez tan vacía…

Tras permanecer varios segundos con la mirada perdida en la lluvia, se revolvió entre las sábanas y se desperezó, volviéndose a incorporar. Su respiración helada acompañaba al sonido de las agujas del reloj.

Al posar su pie en la gélida baldosa, no sintió su frialdad, a pesar de que toda la casa estaba helada. Sin embargo, ella no se daba cuenta.

Alejandra comenzó a andar, rozando suavemente con los dedos los objetos que dejaba a su paso. Era como si caminase en sueños, perdida en su propia casa. No sabía lo que buscaba. Ahora no le interesaban sus pertenencias de valor incalculable, como sus vestidos de firma, que le habían acompañado una infinidad de noches en fiestas de ensueño. Buscaba algo más simple pero más valioso: una caricia, un abrazo, un beso... Contacto humano. Ni todo el dinero del mundo podría comprarlo porque el dinero no daba la felicidad, como siempre había creído en su utopía.

Era hora de despertar, de encontrar lo realmente valioso.

Alejandra, todavía en pijama, salió a la calle.

``Despierta´´, se repetía una y otra vez a sí misma.

Las primeras gotas de lluvia rozaron su cabello, para continuar por su piel y acabar mojando todo su cuerpo. Comenzó a sentir el agua y el frio. Ahora percibía la realidad.