VII Edición
Curso 2010 - 2011
De fútbol y compromiso
Fran Auñón, 16 años
Colegio IALE (Valencia)
En las encuestas sobre las principales preocupaciones de los españoles, aparecen en primer lugar el paro, la crisis económica y la corrupción de los políticos. Entiendo que con la que nos está cayendo, cualquiera de estos problemas nos quite el sueño. Ahora, me sorprende que muchos incluyan también “el fútbol” en ese barómetro.
Soy un amante del deporte, pero, como en todo, entiendo que los fanatismos son peligrosos. El balompié es un entretenimiento, tal vez una forma de evasión momentánea de la estresante realidad. Ahora, es un juego, nada más que eso. De ahí mi sorpresa al encontrarme con la hegemonía del fútbol, tanto sobre los otros deportes como sobre casi todos los ámbitos sociales. Es frecuente encontrar portadas en los diarios de información general, con el fútbol como estrella. Sería necesario realizar un estudio que nos explicara qué tiene de especial este deporte que ha desbancado a prácticamente todos los demás en cuanto a número de seguidores, así como las necesidades personales que ocupa.
Por supuesto, también es posible realizar una lectura positiva de este fenómeno. Este extendido interés por el fútbol facilita la unión de grupos sociales a priori distantes, que encuentran algo en común: el gusto por el mismo deporte, la pasión e identificación que despierta seguir los devenires de un club o selección. Baste recordar la reacción de todo el país ante el triunfo de España en el Mundial. Por otro lado, como cualquier otra afición, aporta un momento de evasión de los problemas de la vida cotidiana, ya sea viendo fútbol por televisión, en un estadio o practicándolo como aficionado.
Sin embargo, insisto, no debemos olvidar que se trata de un deporte, nada más, pues en muchos casos la pasión por el fútbol conduce al desinterés por otros temas que son objetivamente más importantes. Por ejemplo, me preocupa que la gente conozca los nombres y apellidos de la plantilla completa de los equipos de primera división y, sin embargo, ignoren el de los ministros que nos gobiernan. O que sepan al pie de la letra las declaraciones del entrenador del momento, pero desconozcan la calificación de su hijo en el último examen de matemáticas.