IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

No tienes razón

Carmina Alvarez Llanes, 17 años

                 Colegio Aura (Tarragona)  

No tienes razón. No la tienes porque no tienes una visión clara de la realidad. Ni de la realidad ni de tu vida. Sobrevives creyendo que eres fruto de ti mismo, y te equivocas.

Tus padres te dicen que no fumes, que no bebas, que no te juntes con personas que no te aportan nada y tú, en tu infinita ignorancia crees que te aconsejan porque no quieren que cometas los mismos errores que cometieron ellos.

Te dicen que vuelvas a casa a las dos de la mañana, una hora adecuada para una persona de tu edad. Y tú abres la puerta a las seis y cuando te regañan no crees que tengan razón. Estás seguro de que lo hacen porque no quieren que seas independiente.

¡Ay, lo que hay que sufrir por ser menor de edad...! Sobretodo cuando intentan que entres en razón porque no estudias y tú respondes, muy airado, que no sirve de nada que te castiguen porque no vas a estudiar porque los libros no son vida. De todas maneras, no pueden obligarte a hacer algo que no deseas.

Ya no puedes aguantar más porque intentan controlarte. Te sientes acorralado, enjaulado. Quieres irte con tus amigos, marcharte de casa. Tu padre se pone como una furia porque ha encontrado marihuana en tu habitación. Pero, ¿quién es él para decirte qué debes hacer con tu vida? No te crees que el nunca se haya fumado un canuto.

Tu madre llora y tus hermanos también. Tu padre vuelve a intentar razonar contigo pero lo único que intenta es meterte ideas absurdas en la cabeza. Siempre te presionan para que seas ese hijo que no puedes ser. Te enfrentas a él y tu madre le defiende. ¡Todos están en tu contra!

Coges las llaves y te marchas de casa. Te vas a un parque y te sientas, tratas de reflexionar, de echarles la culpa pero ya no encuentras argumentos. No desde el momento en que tu hermano menor te miró a los ojos y, llorando, te pidió que te marcharas de casa porque hacías daño a la familia.

Pero sabes que puedes ser una buena persona. Tus padres te escuchan y serán capaces de perdonarte. Tus hermanos te admiran. Después de todo lo que has hecho, de todo lo que les has hecho te siguen queriendo. Caes en la importancia de tener una casa, una familia, una vida. No lo puedes evitar: les admiras. Y por eso vas a mejorar. Vas a cumplir las normas y vas a reaccionar. Porque, en el fondo, eres perfectamente consciente de que ellos estarán a tu lado siempre, aunque les desobedezcas. Siempre hay otra oportunidad y solamente la recibes de tu familia.