XXI Edición
Curso 2024 - 2025
A rey muerto,
rey puesto
Mateo Sagasti, 15 años
Colegio Santa Margarita (Perú)
A rey muerto, rey puesto, me dijeron los sabios cuando murió mi padre el Rey. También me dijeron que quien quiere celeste, que le cueste, y ellos saben mucho, pues más sabe el diablo por viejo que por diablo, y a mí me gusta escucharlos, pues quien no busca consejo, no llega a viejo.
Tristemente los consejeros y los sabios son más leales al chicharrón que al cerdo y se pondrán en mi contra en el momento que les convenga. Aun así, a caballo regalado no se le mira el diente, y por ahora tendré que aceptar mi jumento junto a mi cargo, aunque con este vengan un montón de personas disfrazadas de amigos, pero sé que aunque la mona se vista de seda, mona se queda, por eso adivino quiénes están conmigo solo por mi poder. Será que no hay rosas sin espinas. Toda esta banda de traicioneros y amigos falsos está dentro de mi embarcación. Ya se sabe: en cada barco manda el capitán, y donde manda capitán no manda marinero. ¡Oh! los marineros, que son libres de ir a donde quieran junto al mar y al viento… A veces quisiera ser uno de ellos, pero enseguida vuelvo a la realidad porque tengo mucho trabajo por hacer. Para descansar habrá tiempo, porque Dios aprieta pero no ahoga.
Estoy a pocos minutos de mi coronación como nuevo rey. Yo quería una ceremonia apurada para poder llorar a mi padre con tranquilidad, pero no por mucho madrugar amanece más temprano. Tengo que darle seguridad a mi país de que todo irá bien. El pueblo está congregado a las puertas del castillo. No ha derramado una sola lágrima por mi padre. No importa; sé que mis siervos están conmigo a pan o cebolla. Además, el hábito no hace al monje: igual que yo, ellos tratan de esconder su tristeza, pues mi padre era muy querido. Yo espero comportarme como él, con justicia, lealtad y fuerza de carácter. Hijo de tigre, pintito, aunque no estoy seguro de ser así. Lo iré descubriendo a medida que pase el tiempo.
“La sangre llama” es un refrán que usaba mi padre habitualmente. Lo estoy interpretando de otra manera: el derramamiento de su sangre trajo consigo que vinieran familiares de todos los rincones. También solía decir: “casa llena, corazón contento”, y también se equivocó; el castillo se llenó de familiares, hermanos, hermanas y nobles de toda condición. Varios de ellos lo querían y me apoyan mí cómo nuevo monarca, pero tengo hermanos que lo odiaron en vida y ahora me odian a mí con fervor. Cría cuervos y te sacarán los ojos: mis hermanos se los hubieran sacado de haber podido. No en vano, uno de ellos lo asesinó.
Salgo de mi recámara y camino por el pasillo alfombrado. Contemplo el rostro de los presentes, sus caras falsas y condiosas, sus rostros que fingen tristeza. Pero sé que solo buscan proteger sus propios intereses. De pronto, descubro a mis fieles y con ellos me dirijo a la nación:
–Caminante, no hay camino; se hace camino al andar.