XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Afortunados 

Carmen Parra, 14 años

Colegio Tierrallana (Huelva)

Estoy segura de que tener una familia y no querer compartir tiempo con ella, tener amigos y descuidarlos... es desperdiciar los mejores regalos que nos ofrece la vida. Si algo me han enseñado estos meses tan complicados a causa de la pandemia del Covid, es a valorar todo lo que he recibido y a disfrutarlo con intensidad. Debemos ser felices y agradecidos con las cosas buenas que nos trae cada jornada, aunque puedan parecernos pequeñas, pues llegará el momento en el que ya no estén. Y no quiero, entonces, arrepentirme por no haberlas aprovechado mejor.

Ayer llame a mis abuelos a través de FaceTime para enseñarles la nueva decoración de mi casa. Nada más acabar la comunicación, me senté a pensar delante de la chimenea. Ellos se encuentran en Cádiz y hace muchos meses que no puedo ir a visitarlos. Aunque los echo mucho de menos, soy muy afortunada por tenerlos. Además, gracias a las nuevas tecnologías nos podermos hablar y ver, les puedo contar anécdotas que les alegren, compartir con ellos mis preocupaciones, pedirles consejo... Tengo claro que preferiría viajar a Cádiz para abrazarles, pero no debo negar la realidad y amargarme, sino que tengo que exprimir estas llamadas, exprimir el presente, ya que anclarse en el pasado o centrar el pensamiento en el futuro me impide participar en todo lo que sucede a mi alrededor, que, además, puede que no vuelva a suceder.

El coronavirus –que tanto dolor está causando– debe hacernos reflexionar para valorar que somos muy afortunados. Antes de pensar en lo que quisiéramos tener, apreciemos aquello que ya tenemos, para gozarlo con agradecimiento.