XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Agua de lluvia

María Padilla, 16 años

                 Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)  

Para unos es necesaria y para otros es molesta; escasa o abundante; inesperada o advertida. De una u otra manera ha caído la lluvia en España durante los últimos meses. Gota a gota o a chaparrones. Suavemente o con furia. Si bien unos la han bendecido, otros, al ver cómo se repetía día sí y día también, la han maldecido.

Como todo en la vida, también con la lluvia hay luces y sombras, cara y cruz. Si incrementa el nivel de los embalses, también desborda los ríos, anega los campos y estropea las cosechas. Si da qué beber al ganado, cuando sus cauces se enfurecen acaban con la vida de muchos animales.

Pero lo mejor es quedarnos siempre con lo positivo: el agua es vida. Y aunque no brindemos con ella, es un regalo necesario, el elixir de salud. Por eso, en los días de lluvia me gusta imaginar que cada gota que cae sobre la ciudad transforma lo que toca: se lleva la contaminación, resalta el verde de los árboles, abrillanta el gris del asfalto y matiza el amarillo del albero.

La lluvia también puede limpiar, con sus formas de lágrima, nuestra mirada.