V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Amanecer en una barca

Cristina Huete, 15 años

                  Sierra Blanca (Málaga)  

El horizonte se mostraba bajo sus pies. El mar en calma, la brisa fresca de la mañana y un débil resplandor a lo lejos. Era un amanecer que solo él observaba, su amanecer particular.

La luz anaranjada del astro rey comenzó a pintarse por toda la barca, mientras el mar se teñía de un rojo escarlata y las nubes se arremolinaban en torno a aquel sol fuerte y poderoso.

Apartó la vista, por un momento, de aquel laberinto de emociones, y la depositó sobre la figura que se iba dibujando en un extremo de la barca. Una mujer que mantenía la vista fija en un pequeño bulto envuelto en mantas desde el que brotaba un llanto.

Desesperada, rodeaba cada vez con más fuerza a aquel revuelto de pieles, intentando reprimir el llanto.

El hombre dejó de remar y se acercó a la mujer con precaución, ya que la barca podría volcar. Una vez allí fue retirando cuidadosamente las mantas una por una, hasta que los primeros rayos del sol iluminaron el rostro de un bebé.

Estaba bastante pálido. Temblaba violentamente. Con pesar, el hombre depositó un beso en su frente, a la par que sentía el ardor que desprendía aquel diminuto ser. Se irguió con lentitud y se dirigió a su puesto diciendo:

- Llegaremos, no te preocupes. Llegaremos...

La mujer asintió indecisa y el hombre comenzó a remar aún más fuerte, mientras el sol ya se colgaba en lo más alto, indicando el inicio de una gran día en el que podría llegar el final de la vida para un recién nacido.