V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Amigos y música

Olga Nafría Febrer, 15 años

                 Colegio Pineda (Barcelona)  

El viernes pasado hicimos la primera salida cultural con el colegio. Fue interesante, la verdad. Visitamos tres museos, quizá demasiados para un solo día, pero estábamos al lado del mar y hacía un día precioso.

A la hora de comer, nos dejaron ir adonde quisiéramos, y una de mis amigas encontró el lugar perfecto: al final del rompeolas, unos escalones de piedra. Desde allí, al sentarnos, veíamos la playa, los veleros, la ermita en lo alto de la montaña y el mar infinito. Las olas golpeaban contra las rocas, apenas a medio metro por debajo de nuestros pies. El espectáculo era impresionante.

Y, cómo no, todas sacamos la cámara y el móvil, y empezamos a hacernos fotos sin parar (¿he dicho todas?, quería decir casi todas: mi móvil es prehistórico y no tiene cámara). Al cabo de un rato ya nos habíamos cansado de hacer fotos. Todas mis amigas sacaron sus diversos “reproductores musicales” y empezaron a escuchar canciones en solitario. Un par de veces propuse ir a dar una vuelta por el pueblo, pero no conseguí que me secundaran. Estaban ocupadas con su música.

Al volver al autocar, me senté al lado de mi mejor amiga. En un momento concreto miré hacia atrás y vi una triste imagen: en cada par de asientos había dos personas que ni se miraban, y un móvil en medio de las dos, con la música sonando. Me di cuenta de que la música está empezando a sustituir a las conversaciones con los amigos.

“Escúchame. Tú. Sí, tú. Esa chica que está de pie, al fondo del autobús. Con tu ipod en el bolsillo. Llevas todo el trayecto, desde que saliste de casa, escuchando música. ¿Por qué lo haces? Me parece que tienes miedo al silencio. Tienes miedo a encontrarte sola frente a ti misma. Si lo hicieras, verías qué tienes que cambiar para ser mejor. Y cambiar no es fácil. Cuando no hay ruido, la conciencia habla. Escúchala de vez en cuando. Te aseguro que te sentirás mejor. Estarás orgullosa de haber sido capaz de cambiar.

Si te encuentras a un amigo, ¿irás a saludarle? ¿Le contarás adónde vas, o cómo te fue el examen de ayer? ¿O más bien le ofrecerás uno de tus auriculares para que se una a tu mundo de encierro temeroso? Si quieres mantener una conversación con tu amigo, tendrás que hacer un esfuerzo. Tendrás que pensar de qué temas le gusta hablar. Y aportar cosas interesantes o recordar la última vez que os visteis. Es mucho más fácil que enciendas la música. No te costará nada en absoluto. Pero quizás la confianza con tu amigo se debilitará o dejará de existir. ¿Cómo esperas mantenerla, si tan sólo os une el cable de unos auriculares? No olvides que la amistad nace de la conversación. Habla, escucha. Se puede aprender mucho de los demás.