XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Ante las emociones 

Maryann Lucero Melendrez, 16 años

Colegio Nuestra Señora del Pilar (Arequipa, Perú)

Hay frases que, dichas con la mejor intención, pretenden encorsetar las emociones que podemos llegar a sentir: <<No llores>>, <<Tienes que ser fuerte>>, <<Verás como mañana las cosas salen mejor>>, <<Aguántate la risa>>, <<A mal tiempo buena cara>>… son construcciones hechas que siempre me han afectado, pues desde niña me enseñaron que la expresión de las emociones, incluso de aquellas que provocan nuestra tristeza, son parte fundamental del ser humano, señal de que estamos vivos. 

Como soy una mujer tímida, la idea de ser “fuerte” me ha perseguido toda mi vida. Recuerdo una ocasión, cuando tenía alrededor de diez años, en la que suspedí un examen y lo único que quería era llorar a cántaros, sin importarme que estuviera frente a toda mi clase. Pero uno de mis compañeros también obtuvo una mala calificación, y prefirió tomar una postura de indiferencia, a la que solemos llamar poker face. Personas así, capaces de doblegar sus emociones y sentimientos, me impresionan. Debo admitir que he querido imitarlos en algún momento de mi vida. 

No obstante, me doy cuenta de que no todas nuestras emociones son positivas. De hecho, deberíamos someter con mayor autocontrol aquello que daña a los demás y a nosotros mismos, como el odio o el rencor, ya que afectan negativamente a quien va dirigido y, por supuesto, a quien lo alimenta, como vemos que sucede en las redes sociales, en donde es fácil encontrar material tóxico, vídeos llenos de crítica y acíbar hacia quienes no pueden defenderse.  Ante las emociones negativas debemos recurrir al raciocinio para dominarlas. En unos casos habrá que desecharlas. En otros buscar el momento oportuno para expresarlas en el lugar, forma y tiempo precisos. 

Todos tenemos la necesidad de mostrar lo que sentimos. Es inherente a la persona. Por tanto, nunca me he planteado reprimir o suprimir en su totalidad aquello que pasa por mi corazón, pero siempre con responsabilidad y autogobierno. Además, me doy cuenta de que aquellas personas que somos tímidas a la hora de dar a conocer nuestras emociones a través de la palabra, debemos valernos de los gestos (incluso de la risa o de las lágrimas) para comunicar lo que sucede en nuestro interior.