XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Ante los inconvenientes
de la vida 

Inés María Luna, 14 años 

Colegio Tierrallana (Huelva) 

Me suelen decir que soy demasiado pequeña para darme cuenta de la gravedad de las cosas, como si todavía no tuviera formado un juicio acerca de lo relativo y lo fundamental. Puede que tengan razón, que todavía deba esperar unos años antes de lanzarme a opinar sobre esto o sobre lo otro. Sin embargo, a mis catorce me considero una gran observadora, y alguien que observa no puede dejar de ofrecer aquello que piensa.

El pasado sábado, cuando sonó el despertador, salí de la cama con el deseo de dar lo mejor de mí. ¿Cuántas buenas oportunidades aparecerían en las siguientes horas? ¿Sería capaz de aprovechar cada instante? De repente escuché un ruido en la cocina: con un tropezón mi hermano acababa de tirar, sin querer, mi taza de leche. Me la encontré rota a pedazos en el suelo. Antes de que se tensara la situación,  mi hermano la recogió y yo me agaché a ayudarlo sin hacer ningún comentario inoportuno. Nos miramos, sonreímos y enseguida, con atención y agrado, preparamos el desayuno familiar. No estaba dispuesta a que nada nos estropease el día.

Así gané mi primera batalla: conseguí transformar en positivo el primer reto. Fue fácil y, mientras lo recuerdo, hasta divertido. Poder dar color a las situaciones que llegan oscuras me hace sentir mejor, algo que debería recordar cuando no lo consigo. 

Esa misma tarde, había quedado con mis mejores amigas. Llevábamos un mes organizando un plan y necesitábamos que nuestros padres no nos pusieran inconvenientes. Y no fue sencillo: llegado el momento unos no podían desplazarse hasta el lugar al que íbamos a reunirnos y otros tenían compromisos. Y por si fuera poco, a uno de ellos le reclamó una urgencia y tuvo que marcharse al hospital sin demora. Nos quedamos desilusionadas. Menos mal que lo resolvimos con una videollamada, que no es lo mismo que un encuentro, pero nos reímos de las numerosas citas por concretar que iban a llenar nuestras agendas.

Sigo acumulando experiencia. Y continúo mirando alrededor, escuchando, aprendiendo y formando mi propio criterio sobre todo lo que ocurre, intentando teñir de color las situaciones que se me presentan en blanco y negro, para hacer la vida más agradable a los demás.