VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Apagón

Fernando Vílchez, 16 años

                  Colegio Altocastillo (Jaén)  

-¡Gol!- vitoreó el niño.

Estaba jugando a su videojuego de fútbol favorito, en su flamante Playstation 3. La puerta de su habitación estaba cerrada, ya que no quería que se oyeran los gritos de enfado o alegría. Le quedaba poco para finalizar el partido. De repente, todo se quedó a oscuras.

-Maldita sea…

Salió del cuarto.

-¿Qué es lo que pasa?- gritó.

-Se ha ido la luz en todo el barrio- dijo su padre desde el otro lado del piso.

Su hermano también salió de su habitación, donde estaba chateando con los amigos.

-¿Cuánto tardará en volver?

-¿Cómo quieres que lo sepa?

Pasaban los minutos mientras los hermanos se desesperaban. Al no saber qué hacer, decidieron sentarse en la sala de estar. Su madre había encendido una vela que iluminaba vagamente la estancia.

-¿No tenéis videojuegos ni ordenador, verdad? -preguntó su padre con sarcasmo.

-Qué gracioso, papá.

-Vamos, no os quejéis, que cuando yo era pequeño no teníamos ni ordenador ni videoconsolas. Y tampoco televisión.

-¿Y qué era lo que hacíais?

-Quedábamos por las tardes toda la pandilla y jugábamos al fútbol, íbamos de excursión y cortejábamos a las señoritas, ¿Queréis que os cuente…?

Tras una hora y media, la luz volvió al barrio. Cansado de tanto hablar, el padre se levantó del sillón.

-Bueno, podéis volver a vuestras habitaciones y olvidar todo lo que habéis escuchado.

-¿Por qué no sigues contándonos cómo conociste a mamá? -pidieron los dos hermanos al unísono.

Marido y mujer se miraron entre sí con una sonrisa.