XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Burbujas 

Yiting Chi, 14 años

Colegio IALE (Valencia)

Si pudiésemos viajar en el tiempo, ¿quién no querría cambiar algún momento del cual se arrepiente o revivir algún buen instante para saborearlo? Si yo pudiera subir a la máquina del tiempo y volver a mi infancia, recuperaría aquellas tardes en las que regresaba a casa desde el colegio con la única preocupación de no perderme lo que Disney Channel emitía en televisión, mientras merendaba hasta saciarme. También volvería a subir a un columpio del parque, ya que mientras me balanceaba la dicha se balanceaba conmigo, sin que nadie pudiera romper aquella burbuja de felicidad.

Mantuve una conversación sobre la infancia con mi tía. Ella tuvo que emigrar desde China a un país totalmente diferente, España, con solo once años. A pesar de que con el tiempo consiguió adaptarse, añora el pueblo y a sus amigos de la infancia, con los que disfrutaba de tardes de pesca en el río, sin necesidad de la tecnología moderna.

Le pregunté también a mi hermana respecto a su infancia. Ella se excusó diciéndome que en aquel momento no disponía de tiempo, que me respondería más adelante. No me extrañó, pues se encuentra en segundo de bachillerato, el curso escolar definitivo, en el que uno se halla envuelto por una burbuja llamada examen de selectividad. Cuando al fin tuvo un momento de tiempo libre, me confesó que ella regresaría a sus cinco años, cuando desconocía el estrés al que está sometida y su única inquietud era no perder a su peluche favorito. 

La infancia es una de las etapas más importantes en la vida, dado que los niños son receptivos al conocimiento y absorben como una esponja los valores y actitudes de su entorno. Por tanto, una buena infancia ayuda a la construcción de un adulto feliz. Por eso, ¿quién no atesora esas burbujas de inocencia y dicha ilimitada? Subamos de cuando en cuando a esa máquina que nos reconcilia con la vida.