VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Canon Re Mayor

Fernando Vílchez, 16 años

                  Colegio Altocastillo (Jaén)  

- Bien, chicos, hemos acabado por hoy- el profesor colocó su violín en la funda, al igual que sus tres alumnos- Antonio y Manuel, intentad corregir vuestros fallos en casa.

- Hasta el jueves, profesor- dijo el otro chico, que dirigió rápidamente hacia la puerta.

- Hasta el jueves, Gonzalo.

Mientras, Antonio y Manuel se acercaron a su maestro.

- Profesor- dijo Antonio.

- Decidme

- ¿Por qué Gonzalo no hace lo mismo que nosotros? Es cierto que es más mayor, pero su habilidad con el violín es la misma.

- En primer lugar, Gonzalo está en esta clase por un favor personal. Sólo recibió unas pocas clases para aprender a tocar las notas, y le enseñé gratis.

- ¡Eso no es justo!- soltó Manuel

- Él no tiene vuestra habilidad y no va a aprender tanto como vosotros. Sólo quiere aprender a tocar una partitura. Y ya lo ha conseguido.

- ¿Cómo que lo ha conseguido?

- ¿Y qué obra es?

- No habléis a la vez. Sois demasiado curiosos. Pero vuestra curiosidad desaparecerá pronto: el jueves es su último día en la clase. Y en cuanto a la partitura, es el Canon Re Mayor de Pachelbel.

- Esa no la sabemos tocar.

- Ya la aprenderéis.

Tras marcharse del edificio, Antonio y Manuel caminaban pensativos.

- ¿Por qué sólo querrá aprender a tocar esa partitura?- Manuel siempre solía decir lo que pensaba.

- Tal vez podríamos seguirle el jueves. A lo mejor tenemos suerte y descubrimos su secreto. Los dos muchachos se despidieron entre hipótesis sobre el misterio de Gonzalo.

Dos días más tarde, Gonzalo volvió a irse con rapidez, pero Antonio y Manuel ya lo habían supuesto y salieron rápidamente en su busca, sin ni siquiera despedirse de su profesor. Procuraron que no se diera cuenta de que le seguían y, finalmente, vieron como entraba en el hospital. Tras unos segundos de indecisión, decidieron entrar.

Tras diversos altercados con las enfermeras y el personal del hospital, escucharon el sonido de un violín. Cuando descubrieron de qué habitación procedía, observaron por el resquicio de la puerta.

Gonzalo estaba sentado frente a un joven muy parecido a él, pero completamente calvo y pálido. Daba la sensación de que estaba muy enfermo. Gonzalo extrajo su violín y la habitación se llenó del sonido celestial del Canon Re Mayor.

Era una melodía soberbia, optimista y muy intensa. Sin embargo, el enfermo no parecía estar entusiasmado, si no más bien completamente relajado. Era la primera vez que parecía feliz desde que Antonio y Manuel habían fisgoneado en la habitación.

Tras unos cinco minutos, Gonzalo se levantó y le entregó el violín con una sonrisa. El enfermo no cabía en sí de su gozo.

- Aquí tienes, hermano. Te dije que te devolvería tu violín si te tocaba tu melodía favorita a la perfección.

- Quédatelo, Gonzalo. Podrías seguir practicando, aunque la familia no tenga mucho dinero.

- No, gracias. Ya sabes que prefiero escribir. Además, tu la tocarías mejor que yo.

Y los dos hermanos se abrazaron, mientras Antonio y Manuel cerraban la puerta con lentitud.

- Vaya…- Antonio se fijo en Manuel- ¿Estás llorando?

- ¡No!- Manuel se sorbió la nariz- ¡Se me ha metido algo en el ojo!