III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Carpe diem

Margarita Piozza, 15 años

                 Colegio Altaviana (Valencia)  

    Carpe diem. Es un consejo sutil, inocente en apariencia, incluso demasiado ingenuo. Gracias a este adagio latino se han extendido enfermedades terribles como el SIDA, que en muchos casos se extiende por la promiscuidad de buscar el placer sin amar ni comprometernos; el botellón del fin de semana, con el que aparcamos nuestros problemas y coloreamos la realidad por unas horas; las drogas, que nos engañan con una felicidad mortal cuando nos queda toda una vida por vivir.

    Si la vida es corta, ¿por qué este empeño en vivirla mal, truncando la verdadera felicidad por placeres instantáneos? Es mejor amar a todas las personas que nos rodean, disfrutar con lo que tenemos y esforzarnos por compartir. A las personas que no suelen encontrar nada para comer y un día organizan una fiesta en torno a un almuerzo inesperado, sí que les deseo el carpe diem.

    El poeta Horacio, padre de esta filosofía del disfrute del momento, nunca hubiese imaginado el sufrimiento de la gente a cuenta de esas palabras latinas mal utilizadas. Aprovechar el momento, vivir la vida, no significa comportarse como bestias: no es necesario drogarse, emborracharse o tener sexo todos los fines de semana para conseguir la felicidad, que sólo se consigue cuando nos empeñamos en darnos a los demás.

    Carpe diem: vive el momento, disfruta de la vida, haz uso de todos los placeres fáciles de conseguir, aprovéchate de las situaciones, no sigas el camino de la exigencia, no intentes mejorar, sólo disfruta el momento, busca tu propio beneficio, olvídate de la racionalidad, actúa sin cerebro. ¿No es eso lo que deseas? ¿Placeres instantáneos que te impidan soñar con un mundo mejor?

    ¿Qué satisface más: aprobar un examen después de haber comprendido y estudiado la materia, o después de copiar y sentir el peso del engaño?