XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Cíclope 

Ana María Gálvez, 14 años 

Colegio Entreolivos (Sevilla) 

Lola volvió a mirar hacia la calle por donde solía venir su mejor amiga, Caro, cuando quedaban en la plaza. Llevaba más de media hora esperándola, y que se retrasara era raro.

Pasaron cinco minutos cuando, al fin, la vio llegar. Jadeaba y tenía la ropa sucia de barro, un corte muy feo en la ceja y cojeaba del pie derecho. Lo que más le extrañó a Lola fue que su amiga sujetaba un arco de madera pulida y llevaba un carcaj medio vacío colgado al hombro.

 –¡Lola, corre! – le gritó desde donde desembocaba la calle.

Detrás de ella apareció un humanoide con un solo ojo en el centro de la frente. Era un cíclope.

–Lola, ¡te he dicho que corras!

Pero se había quedado paralizada al ver a su mejor amiga poner una flecha en el arco y lanzársela al monstruo, al que no pareció hacerle daño.

Caro dio un paso el falso, tropezó y cayó al suelo. Intentó levantarse, pero no pudo. En ese momento Lola salió de su ensimismamiento. El cíclope había echado a correr hacia su amiga. Sin pensarlo, Caro buscó una piedra y se la lanzó.

–¡Eh!... –llamó su atención–. ¡Aquí!

En ese instante se arrepintió, porque el humanoide de un solo ojo avanzaba hacia ella a grandes zancadas. La chica intentó escapar, pero el cíclope le dio tal manotazo que la lanzó al otro extremo de la plaza. Antes de perder el conocimiento vio a la bestia, que se desplomaba con una flecha clavada en el ojo.

Cuando recuperó el sentido descubrió que Caro tenía la ropa limpia y que no llevaba armas, aunque se le advertía una leve cicatriz en la ceja.

–¿Que ha pasado? –. Intentó levantarse, pero se mareó y decidió permanecer sentada. –. ¿Dónde está el monstruo? ¿Y tu arco?...

–¿De qué hablas? –preguntó Caro extrañada y con cierto nerviosismo –. Te has desmayado, ha tenido que ser por el sol, y al caer te has dado un golpe en la cabeza.

Pero Lola estaba segura de que no había sido un sueño.