VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Ciencia ficción

Jon Asier Bárcena, 15 años

                 Colegio Vizcaya (Bilbao)  

Ayer llovía y me puse a ver una película. Hacía cuatro años la había visto, pero la sensación que me produjo no fue la misma. No porque haya crecido, sino porque he leído el libro en el que se basa. El sentimentalismo de la novela, el debate sobre la diferencia entre un animal y un robot y el reto de afirmar que un androide puede sentir como un ser vivo, son dejados a un lado para dar paso a una violencia pura y dura. Si el libro lleva como título “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, el film prefiere llamarse “Blade Runner” (“El corredor de la espada”). Naturalmente en las páginas de la novela hay violencia, pero no es el pilar de la acción, sino algo secundario.

Por ejemplo, la cinta omite una explicación acerca qué razones justifican matar. El libro, sin embargo, explica que el protagonista desea comprar un animal de carne y hueso, que son muchísimo más caros que las ovejas mecánicas. Si la base de la novela es la importancia de la vida, la película defiende ideas como matar a los que no son iguales.

No hay género que sea peor tratado en el cine que ciencia ficción. ¿Acaso no la relacionamos con acción y terror? Muchos espectadores creen que las películas del futuro son un calco de la literatura, que es incompatible con una tragedia, por ejemplo. Sin embargo, Mychael Flynn demuestra lo contrario en “El naufragio del río de las Estrellas”. Esta es la única novela con la que he fraguado una empatía tal con los personajes, hasta el punto de llorar.

Para los que creen que los relatos de alienígenas sólo se pueden compaginar con violencia y destrucción, deberían leer la saga “Ender”, cuyos volúmenes nos vienen a recordar nuestras debilidades y grandezas como seres humanos.