V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Color melocotón

Marta Toda, 16 años

                 Colegio La Vall (Barcelona)  

Si observas a través del cristal de la pecera al pececito color melocotón que merodea entre las plantas acuáticas, quizá no entiendas qué tiene de interesante dicho animal. Puede que no te cautive, ya sea por su pequeñez o su color peculiar. En cualquier caso, tengo la sensación de que los peces de colores no te atraen.

Seguramente, la mascota te transmita la sensación de ser aburrida, poco sofisticada y sin valor. Quizá, pasado un rato, intentes poner interés observando las evoluciones del indefenso pez, que recorre su universo de crital de una esquina a la otra.

Es cierto; ni corre ni emite sonido alguno. Tampoco muestra estados de ánimo al abrir y cerrar su boquita redonda. Con sinceridad, debemos reconcer que su vida parece estúpida porque no tiene nada llamativo entre las manos. Entre las alteas...

Sin embargo, cabe la posibilidad de que si estás solo en el sofá de tu casa y miras al pez, pensando que te has vuelto loco notes que se te despierta la urgencia de explicarle aquél problema que no deja de rondarte por la cabeza desde hace tiempo. Cierto que él no te contestará. Tal vez te mire con sus ojos sin párpados. Pero el caso es que resulta más fácil hablar con un pez que con una mesa. Aunque, a ciencia cierta, no te escuchará por más que a ti te lo acabe pareciendo. Y al finalizar tu monólogo, descubrirás que le tienes aprecio, que llegas a necesitarle.

Así te darás cuenta de la importancia de tener un hombro en el que apoyarte en lo bueno y lo malo.

Habrás encontrado el valor de una bonita amistad.