III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Contradicciones en una
mente enferma

Leticia de Castro, 16 años

               Colegio Vizcaya (Vizcaya)  

   La historia comienza una vez más. Esa no soy yo; no puedo ser así. ¡Aguanta!. No debo hacerlo. No debo ¡Pero, mírate! ¿Cómo se puede ser así? Ellos me prohíben hacerlo. Dicen que es malo. ¿Pero, no me ven? ¿No ven lo que yo veo? Odio este espejo. Me odio. Les odio. Quiero acabar conmigo. Con ellos. Quiero hacerlo. Necesito hacerlo. Necesito verme bien. Debo creer en ellos. ¡Pero, están locos! ¿No dicen que quieren lo mejor para mí? ¡Esto no es bueno! Debo creerles. Debo obedecerles. Mirarme y verme como ellos me ven.

   No puedo cruzar esa puerta y repetir el proceso, ya rutinario. No debo cruzarla, levantar la tapa y reflejarme en esos cinco centímetros cuadrados de agua… No puedo agachar la cabeza una vez más. Ver que todo ese agua transparente se convierte en un mar de alimentos sin digerir. No debo hacerlo. No puedo cruzar esa puerta. Me miro. ¿Por qué no me entienden? ¿Por qué no ven lo mismo que yo?

   El espejo es sincero. Refleja lo que hay: mi cuerpo. Y no me gusta. Es demasiado. Aguanta. No debes. Escucho a mi madre llorar. Ella sabe lo que va a pasar. Me he levantado. Pero no debo hacerlo. Debo creerles. Debo obedecerles. ¿Yo enferma...? Debo demostrarles que no lo estoy. Puedo controlarme. Lo hago porque quiero. Porque el espejo no engaña...

   Lo siento, no puedo... Salgo de mi habitación. Primera puerta. El baño. La taza esta ahí, esperándome. El reflejo del agua. Una rutina. Debo controlarme. Estoy enferma. Les creo. Debo curarme. No debo hacerlo. ¡Contrólate! Sólo por una vez. Demuestra que puedes...

   El agua. Mi reflejo. El llanto a lo lejos. Mi mano dispuesta. Los dedos preparados. Cierro los ojos... ¡Inténtalo! ¡Puedes conseguirlo! Es muy fácil: tan sólo tengo que salir del baño…, salir de aquí… y cerrar la puerta… ¡Levántate! Así…, muy bien. ¡Corre!

   Mi habitación. De nuevo el espejo. Una tortura. El primer paso superado. Muy bien…, sigue así. Mañana será otro día. Puedes conseguirlo. Sí. ¡Propóntelo! Un beso. Mi madre. Primer paso superado. Estoy enferma. Debo curarme. Debo creerles. Debo obedecerles. No volver a intentarlo…

   Pero mañana… Mañana será otro día… No tengo fuerzas, pero quiero aguantar.