XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Cosa de dos

Juan Andrés Coromina, 17 años

          Colegio Altair (Sevilla)  

Bruno estaba mirando por la ventana de la consulta. Mientras, Santi dormitaba en la misma sala de espera. Adrián, el padre de Bruno, le había dicho que el doctor Palma era un buen médico y que, aunque fuese psiquiatra, aquello no significaba que fuera a acabar internado en un loquero, como en las películas. El doctor solo quería saber la razón de las recientes peleas entre Santi y Bruno para, juntos los tres, ver cómo podrían solucionarlo. Al fin y al cabo, desde que apareció Santi, Burno lo consideraba como a un hermano.

Bruno era dos años mayor que Santi. Ambos perdieron a su madre el mismo día. Al contrario de Bruno, Santi era más impulsivo y atrevido, pero la conexión entre ambos era tal que podría decirse que se complementaban. No necesitaban hablar entre ellos con sonido de palabras para saber lo que pensaba cada uno y guardaban entre ellos turnos para casi todo: limpiar, jugar, leer…

A medida que fueron creciendo, se fueron distanciando el uno del otro. Entonces comenzaron a pelearse. El resultado era que ambos acababan magullados.

Adrián había aceptado la llegada de Santi a su familia. La ausencia de su esposa le hizo no poner reparo a que conviviese con su hijo. Pero todo tiene un límite, así que no iba a permitir que aquello siguiera sucediendo. Más cuando su hijo era Bruno, no Santi.

El doctor Palma abrió la puerta de la consulta. Bruno entró y el psiquiatra se dirigió al escritorio, cogió una silla y se situó frente al chico. Entonces Santi se despertó como un resorte.

—Bruno, no tengas miedo: no voy a haceros daño ni a ti ni a tu amigo.

—Usted no puede hacernos daño.

El doctor Palma se sobrecogió ante tal respuesta y, fingiendo indiferencia, sostuvo la mirada de Bruno. Ambos respiraban el aliento del otro.

—Sé sincero —le dijo—. Dime, ¿ahora estoy hablando con Bruno o con Santi?

El muchacho dibujó una sonrisa perturbada.