II Edición

Curso 2005 - 2006

Alejandro Quintana

Cuando la mentira
se hace verdad

Miram Vidal-Quadras, 16 años

                 Colegio Canigó (Barcelona)  

    Eutanasia... Qué manera tan suave de disfrazar la realidad. Muerte dulce... Hasta nos arranca una sonrisa pensar en ello, porque es dulce sí, pero también es muerte.

Parece ser que hoy está de moda disimular los hechos, poniéndoles un nombre que suene bien a los oídos: "eutanasia", qué palabra más bella en su fonética y, sin embargo, cuanto horror esconde.

En sus defensores, no sólo destaca el gusto por disminuir los significados, sino también la necesidad de justificarlos con argumentos increíbles. Sin nada más que el simple y triste deseo de demostrar quién manda, quién impone y, por tanto, quién quiere llevar la razón.

Tan desarrollado está este "síndrome del disfraz" que, incluso, nos acaba convenciendo de que es verdad la mentira. Cuánta gente vive engañada simplemente por una palabra, cuyo único fin es paliar la verdad. Y sólo por falta de información, numerosas personas viven pensando que es correcto lo incorrecto y normal lo inaudito.

¿No sería acaso juzgada y penalizada una persona que empujara a otra a un lago en Siberia, en pleno invierno, para matarle? Y, a pesar de eso, la muerte que sufriría la víctima sería dulce, sin sufrimiento alguno. De la misma manera sucumbe un enfermo terminal en el hospital cuando se le suministran sustancias para acabar con él, y cumplir así su última voluntad.

Aún no consigo ver la diferencia entre las dos muertes y, sin embargo, la segunda es legal en países como Holanda. A la primera persona se la tacharía de asesina, mientras que a la segunda se la elogiaría como colaboradora en una buena acción.

Muchas personas ven la eutanasia como cosa buena. He aquí mi preocupación por quienes, a causa de falta de formación o por no preocuparse en tener las ideas claras ante problemas tan fundamentales, ven positivo aquello que por naturaleza no lo es, aquello que atenta contra la vida humana.