V Edición
Curso 2008 - 2009
Cuando llegan los exámenes
Beatriz Martínez Orbegozo, 16 años
Colegio Ayalde (Bilbao)
Al llegar las fechas de exámenes se produce un revuelo general entre los estudiantes, un revuelo que puede llegar a ser cómico.
Los alumnos, agitados, intercambian apuntes y esquemas, fotocopian ejercicios y cuadernos y memorizan definiciones. Hay quienes se pasan las noches en vela, bien para estudiar o bien a causa de los nervios que les atenazan. También hay otros -entran en escena los vagos- que apenas se preocupan. Prefieren recurrir a las socorridas chuletas, que preparan con esmero y hasta con entusiasmo. Las “quinielas” que realizan los pupilos para acertar el contenido de los “duros ejercicios” a los que deberán enfrentarse, son las protagonistas de estos días.
Cada cual trata de descargar su tensión de un modo diferente. Y es que hay veces en que se observan comportamientos muy extraños: unos recurren a la tila y otras infusiones más exóticas; otros prefieren dar paseos de un lado a otro, como si el mundo se redujera a los cuatro metros cuadrados de su habitación e incluso hay quienes prefieren dar saltos o pegar gritos para descargar su adrenalina. He visto, además, a alguno que golpea cosas (libros, mesas...) como si éstas tuvieran la culpa de sus males o arrugan hojas de papel para apaciguar la presión que ejercen los estudios sobre ellos.
También produce estupor el hambre que parece surgir de repente en los escolares, ya que no hay alumno que no se muerda las uñas de forma ansiosa, no masque un chicle a gran velocidad o destroce la punta del bolígrafo.
Me pregunto por qué nos revolvemos únicamente durante esos días si el curso.
Porque se aprueba día a día. Si así fuera, el aula, antes de un examen, no se transformaría en una jungla donde todos pierden el control, recitando fórmulas y palabras como si en ese instante pudieran memorizar todo un curso.
La reacción de los estudiantes ante estas situaciones es difícil de explicar. Con lo importante que es el estudio para los que somos el futuro de la sociedad...¿O es que no queremos cambiar el mundo?