I Edición

Curso 2004 - 2005

Alejandro Quintana

Duelo entre gibson y fender

Pilar Dolç, 15 años

                 Colegio Montealto, Mirasierra (Madrid)  

     <<SE BUSCA GUITARRISTA PARA GRUPO YA FORMADO CON GANAS DE EXPERIMENTAR. INFLUENCIAS ROCK, BLUES, BOSSA NOVA, JAZZ, FLAMENCO, FUSIÓN, REGGAE, SKA... NECESITAMOS VERSATILIDAD. EL SÁBADO 20 HAREMOS UNA PRUEBA>>.

Jorge retiró la mirada, conmovido, de aquel papel colgado en el tablón de anuncios, imaginándose ya integrado en un grupo, improvisando escalas, siendo grabado por un técnico de sonido. Se sonrió a sí mismo, y por un momento olvidó todas sus intenciones y proyectos basados en una maqueta en solitario, y se dirigió a su local de ensayo.

Allí estaban, aguardándole; su gibson junto a su amplificador marshall, habían estado esperando aquel momento durante años. Finalmente ingresarían en un grupo acorde con sus expectativas. Aquellas influencias que imploraban eran justo las que más apreciaba. Y por tanta fusión en estilos nunca había querido presentarse a ningún grupo, pues todos se limitaban a un solo estilo. Acarició su gibson y ensayó las escalas, imaginándose en la prueba de ingreso en aquel grupo, contemplando las caras de admiración. Y ese iba a ser su gran momento. El momento decisivo de su trayectoria musical.

Jorge, junto a Miguel, era el más valorado en criterios musicales en su ambiente. Por eso, al día siguiente, decidió asegurarse de que Miguel nunca llegaría a saber de aquella prueba. Se dispuso a descolgar el cartel. Pero sus incertidumbres se vieron confirmadas cuando Miguel apareció junto a él, con aquella sonrisa de competitividad.

-Lo vi ayer -dijo.

Jorge aparentó indiferencia.

-¿Te vas a presentar?

-Claro -afirmó Miguel-. De hecho ya he ido a preguntar, pero me han confirmado que la prueba no es el sábado veinte, sino el veintisiete.

Jorge no parecía demasiado convencido.

-¿Estás seguro?

-Completamente -respondió Miguel-. Me han dejado un teléfono -le alargó un papel doblado-, pero comunica continuamente. Deben ser las continuas solicitudes para la prueba. Tienes que llamar en un buen momento.

-Bueno -dijo Jorge-. ¿Estás ensayando?

-Algo -Miguel se encogió de hombros- ¿Y tú? -no dejó tiempo de que respondiera, pues añadió-. He de irme. Recuerda, Jorge, que quien supere la prueba, habrá dejado atrás todas las rivalidades que existen entre nosotros. Será una competición entre tú y yo. Una competición entre gibson y fender.

Le dio la espalda y se marchó con paso firme. Jorge se quedó dubitativo. Por un momento titubeó, pues no estaba seguro de superar la prueba con Miguel como rival. Se dirigió a la cabina más cercana y marcó el número de teléfono. Ante todo, quería reservar su turno, si es que había tanta gente llamando como aseguraba Miguel. Y sí, estaba en lo cierto, pues estaba comunicando. Colgó y se aventuró de nuevo a su local de ensayo, donde pasaría muchas horas hasta el sábado veintisiete, día de la prueba.

Pasaron dos semanas. <<Hoy es veintisiete>>, se dijo a sí mismo tras despertarse con la guitarra a su lado. Había pasado gran parte de la noche ensayando. Ni siquiera había salido del local. Agudizó la movilidad de sus dedos practicando las escalas más complicadas y dedicó dos horas al último y definitivo ensayo. Dando un suspiro, guardó la gibson en su funda, y con el amplificador marshall se aventuró a tan esperada prueba.

Se encontró con locales de ensayo profesionales: cámaras resguardadas de cualquier ruido y los más modernos ecualizadores y mesas de mezclas. Más sorprendido que nervioso, debido a que no había nadie esperando la prueba, preguntó al dueño de aquellos locales en qué cámara se organizaba la audición. El dueño le examinó durante unos segundos.

-¿De qué prueba me preguntas?

-De la elección de un guitarrista que se organizaba hoy.

-¿Que influencias pedían?

-Fusión, en general. De todo: blues, reggae, bossa nova...

-Debe ser en la cámara veintidós, pues son los únicos que hacen fusión..

Jorge buscó la cámara veintidós. Llamó, pero no recibió respuesta, quizá porque estaban ensayando o escuchando a algún guitarrista, pues oyó las improvisaciones y los solos de una fender. Y aquel modo tan peculiar y característico de tocar le recordó a Miguel. Debía ser él. Y no lo estaba haciendo mal. De hecho, parecía que los del grupo llevaban días ensayando con él, pues se compenetraban perfectamente. Pero Jorge se convenció de que podía superarle. Y al finalizar los solos, volvió a llamar a la puerta.

Miguel le dirigió la misma expresión de competitividad de dos días atrás. Dibujó una sonrisa falsa y le dijo:

-Bueno, Jorge, creo que ya me han elegido a mí. No necesitan probar a nadie más. Vencí yo. Venció la fender el duelo contra la gibson. No te preocupes; no hace falta ni que entres. Está decidido.

-¿Con quién hablas? - Se escuchó una voz en el interior de la cámara.

-Con nadie. Ya se iba.

Miguel se disponía a cerrar la puerta cuando el que había hablado –evidentemente, un miembro del grupo– se adelantó.

-¿Quién eres? –le preguntó a Jorge.

-Venía a la prueba de selección de guitarrista para el grupo -contestó, lanzándole a Miguel una mirada desafiante.

El músico le miró sin comprender.

-La prueba de selección tuvo lugar la semana pasada. El sábado veinte. ¿Es que no leíste el cartel?

Jorge sintió un repentino deseo de venganza. Se sentía engañado. ¿Cómo podía haberse fiado de Miguel? Le miró con furia.

El miembro del grupo se había fijado en la guitarra.

-¡Una gibson! -exclamó-. Podríamos probar qué tal suena. La vieja fender de Miguel quizá sea un inconveniente para el grupo.

Un extraño brillo de esperanza apareció en los ojos de Jorge. Observó a Miguel y susurró:

-El duelo lo ganó la gibson.

Miguel se vio obligado a guardar su fender y probar con la guitarra de Jorge. Notó el cambio; se mostraba más inseguro en los solos. No demasiado entusiasmado con la experiencia, el músico lanzó a Jorge la esperada solicitud:

-¿Por qué no pruebas tú?

Jorge sonrió y tomó su gibson sin siquiera mirar a Miguel. Seguro de sí mismo, improvisó los mejores solos que jamás había interpretado. Experimentó la sensación de que su suerte había cambiado.