XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

El armario alemán

Daniela Salazar, 15 años

 Colegio La Vall (Barcelona) 

No era invierno y, sin embargo, sentía frío cada vez que sus brazos rozaban las paredes del armario. Vencida por el miedo, se aferraba a un mendrugo a medio mordisquear, como si el pan duro fuera a salvarle la vida. En su cabeza iban y venían los peores escenarios posibles, acosada por la oscuridad de su escondite.

Aquella voz amenazadora se movía de un lado a otro de la habitación. Cada vez que cambiaba su entonación, temía ser descubierta. Deseó hacerse invisible, desaparecer… pero cuando abría los ojos de nuevo, sus débiles brazos seguían presionando el fondo del armario. Respiró calmadamente, tratando de acallar el bombeo de su corazón. De pronto, la intimidante voz, que pertenecía a un soldado, ordenó al resto de sus compañeros que revisaran la estancia. Temiendo por su vida y por la de quienes la habían ayudado a esconderse durante aquellas semanas, empezó a rezar.

Cuando percibió que los pasos del hombre se detenían frente a las puertas de su improvisado escondrijo, sintió que la vida se le iba. Pero, de pronto, sonaron las alarmas.

Cundió el pánico entre los amigos de su madre, que se habían refugiado en el sótano. Ellos eran quienes la habían acogido, a pesar del riesgo que conllevaba. Pero el soldado se quedó estático por un instante, con los pomos del armario apretados en sus manos. Debatió en su interior si debería revisar aquel último rincón de la casa, pero decidió que era mejor buscar un refugio ante aquella alerta de bombardeo. Soltó las empuñaduras y mandó a sus militares que evacuasen a los residentes.

Aquella niña jamás olvidó la fortuna que le trajo la alarma.