XIV Edición
Curso 2017 - 2018
El cubo
Duna Oltra, 15 años
Colegio Vilavella (Valencia)
A veces creo que somos una sociedad cuadrada, enlatada y precintada bajo los estándares que decide el gobierno de turno. Muchos colegios encierran presos sin cadenas, con vestimentas de colores uniformados. El sistema educativo escribe, sobre un papel que todo lo soporta, lo que confeccionan los departamentos de marketing de cada partido político, aunque luego cumplan lo contrario. Porque, ¿qué colegio puede dejar elegir las asignaturas a sus alumnos?¿Cuál puede usar como eje central el diálogo y la oratoria?¿Por qué erradican las asignaturas que nos hacen pararnos a reflexionar?
La libertad que nos vende el poder está interesadamente limitada, como la información que se nos da, que hoy dice una cosa y mañana la contraria. Por eso los gobiernos saben que si controlan la educación, lo controlan todo. Así que determinan lo que aprendemos, cuándo lo aprendemos y cómo lo aprendemos, sin darnos opción a la improvisación, a los juegos y al aprendizaje por la propia experiencia. Y luego está lo de los deberes… ¿es que piensan que nuestras familias no quieren pasar tiempo con nosotros? No hay conciliación familiar posible en este cubo. Los adolescentes trabajamos más horas al día que nuestros padres: primero el colegio, en donde estamos una media de seis o siete horas, y después en casa, otras dos o tres —con suerte— haciendo deberes. ¡Ni en la recolecta de algodón!…
Me rebela que no haya una educación universal en la que tan solo se asienten unas bases generales para todos, de tal modo que padres y colegios puedan diseñar lo que desean para nosotros, sin que el gobierno de turno pueda meter la nariz. Entonces se cuidaría la importancia de las Letras, que enseñan no solo a leer y escribir, sino a crear un pensamiento propio. Literatura de los clásicos, de los poetas, los filósofos… y hasta la oportunidad de leer la prensa, de ver noticias para contrastar la información y sacar nuestro propio criterio.
Para que los alumnos miremos 360º a nuestro alrededor y no solo en línea recta, tenemos que estar motivados, experimentar dejando a un lado los sistemas informáticos y embebernos libros en papel, aprender a oler el campo y a escuchar el silencio. ¡Hay vida más allá de internet y los móviles! Lo que no pasa porque nos prohíban las nuevas tecnologías sino por que nos den un abanico, un paipai, un ala delta, un paracaídas, una avioneta, un helicóptero… y ante tal surtido podamos elegir.
El cubo que nos acoge es un escenario bien montado: comercios, música, consumo, ocio…, un cubo envenenado del que no podemos salir. Me apena vivir encerrada en un cubo cuando lo que quiero es subir a un globo que me permita volar.