VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

El diablo en casa

María Santaella, 16 años

                  Colegio Sierra Blanca (Málaga)  

Llovía cuando regresaba a casa después de haber salido a comprarme unos productos de maquillaje. No llevaba paraguas. En Málaga cuando llueve diluvia, así que estaba empapada.

Me crucé con una mujer que tenía un morado debajo del ojo. Adiviné lo que pasaba en su andar nervioso, en el recelo con el que miraba para los lados, en la tenacidad con la que agarraba la mano de su hijo… Un poco de pintura intentaba disimular la marca de su rostro. Sus ojos oscuros y pequeños se clavaron en los míos. Tenían una expresión de temor que recordaré toda la vida. Apenas un segundo después, ella siguió caminando bajo la lluvia sujetando al niño con firmeza. Yo continué mi camino a casa, con los pies sumergidos en el agua, pensando en ella. La imaginé preparando la cena, acostando a su hijo, yendo de un lado a otro del hogar, esperando inquieta su llegada, cuidando cada detalle que pudiese encender su ira. El miedo de esa mujer era mío también, y la vi aplicándose la pintura sobre el morado frente al espejo antes de salir a hacer la compra.

El contenido de mi bolsa me pesó como plomo y los cosméticos que acababa de comprar me dieron asco. Tuve que sentarme un rato en un banco de la calle. Maldije mi debilidad, pero me sentía tan impotente... Agradecí a Dios por tener un hogar al que volver, y rogué que la solución estuviese en alguna parte, que fuésemos capaces de encontrarla. Y pedí a Dios que aquella noche velase el sueño de la mujer.

Lloré por ella bajo la lluvia. Me pareció que el cielo también lo hacía.