I Edición
Curso 2004 - 2005
El fracaso del cine
Santiago Baena, 15 años
Colegio El Prado, Mirasierra (Madrid)
Todos hemos sido testigos de la entrega de premios de la Academia de las Ciencias y las Artes Estadounidense, es decir, de los Oscar. La gala ha estado marcada principalmente por el triunfo de la película de Clint Eastwood “Million Dollar Baby”, en la que se expone el caso de una boxeadora que queda minusválida tras un combate, y a la que su entrenador quita la vida por piedad. Para los españoles también ha supuesto el galardón a la mejor película extranjera para “Mar Adentro”, de Alejandro Amenábar, en la que sucede algo similar: un marinero tetrapléjico reivindica su derecho a que le sea practicada la eutanasia, y no ceja en su empeño hasta que lo consigue.
Estos dos largometrajes son un canto a la muerte que va en detrimento de la dignidad de la vida humana. Se pretende que cuando alguien quiera quitarse la vida, se le otorgue ese derecho sin más dilación. Al ritmo que avanza esta sociedad hoy en día, llegará el momento en que se tolere que todas las personas que no aporten un beneficio a la sociedad, sean aniquiladas.
Pues bien, mi intención no era hablar de la eutanasia, sino de la tendencia de ciertos sectores cinematográficos que se dedican a difundir mensajes completamente perniciosos para la sociedad a través de sus películas.
El cine, concebido como forma de entretenimiento, debe plasmar ideas positivas que hagan crecer en el bien a la persona y a la sociedad. En eso la industria cinematográfica juega un importante papel, y debe ser consciente del tremendísimo mal que puede causar si con sus películas predica una ideología perjudicial, pues gracias a su gran poder persuasivo, convence a la gente de que lo que se ve reflejado en la pantalla es una práctica correcta y admisible.
Me consterna que un evento tan importante como los Oscar, haya promocionado sendas películas que manifiestan simpatía por la eutanasia. En esta última gala se ha descubierto la tendencia de la Academia hacia los filmes polémicos y reivindicativos, a pesar de lo pernicioso de sus reivindicaciones. Además, se han visto eclipsadas las candidaturas que favorecían los valores humanos.
Las películas que promueven actitudes negativas respecto al bien de la persona son una minoría, pero saben anunciarse con mucho ruido y son a las que más atención se les presta (como en el caso de los Oscar) dejando de lado aquellas que procuran reflejar posiciones favorables y beneficiosas que enriquezcan a la sociedad.