I Edición

Curso 2004 - 2005

Alejandro Quintana

El gallego de diseño 

Gerardo Chamorro, 16 años

                 Montecastelo, Vigo (Pontevedra)  

     Soy un gallego de dieciséis años que ha crecido con un fuerte rechazo hacia mi lengua. No me arrepiento de ser gallego; soy el primero que sufre la morriña cuando estoy lejos de casa, pero no me gusta que me metan el gallego “con calzador”, bueno, mejor dicho una lengua distinta al gallego que se empeñan en modernizar y variar al antojo de los políticos de turno.

     Si tenemos nuestra lengua de siempre, ¿por qué se empeñan en variarla? Tiene que haber algo más que intereses culturales, intereses políticos, ya que el gobierno lo modifica a su antojo. ¿Por qué cambiamos cada dos por tres la ropa? Porque se queda anticuada. Pero una lengua, una cultura, un pueblo, no caduca.

     Tantos cambios en la gramática y en la ortografía del gallego, nos llevan a dudar, por lo que nunca podremos hablar el gallego correctamente. Una buena prueba es una anécdota de la campaña electoral. En un mitin de un partido sube al estrado el presentador del acto, y habla el gallego de toda la vida, el gallego de la gente (el público lo entendió y se sintió identificada). Después subió el candidato y comenzó una retahíla de errores, tiempos compuestos (inexistentes en el gallego), palabras con terminaciones “raras”..., algo incomprensible pero muy moderno que nos lleva al nacimiento de un gallego distinto, al que yo llamo el gallego de diseño.

     No estoy a favor de la famosa gheada, ni del seseo, pero una cosa no tiene que ver con la otra: existe un gallego y el resto son derivados. Casi todos los niños lo dicen: no les gusta el gallego. El sistema educativo se ha empeñado en aumentar las asignaturas impartidas en lengua vernácula; no les basta con la asignatura de Lengua y Literatura gallega, sino también quieren Matemáticas en gallego, Historia en gallego, Física y Química en gallego..., cuando lo verdaderamente importante para un niño es saber qué significa “una docena” y no “unha ducia”. Cuando viaje más allá de nuestra Comunidad y busque el río “Douro” no lo va a encontrar. Los jóvenes ya los estamos sufriendo: empezamos a escribir “avogado” (palabra en gallego) en vez de abogado (palabra en castellano), y así muchas otras faltas.

     Parece moderno dejar de hablar el castellano, pero estamos en España y tenemos un idioma común que debemos usar cuando hablemos en los medios de comunicación nacionales, y no en catalán como un representante del gobierno de Cataluña, que salió el otro día en el Telediario y no le entendí nada de nada.

     Todas las personas tienen la obligación de conocer su lengua y el derecho a usarla. Además, la cultura y el saber no ocupan lugar y es necesario conocer antes de opinar. Por tanto, aprendamos nuestra lengua para poder usarla cuando queramos, porque es nuestra, no para imponerla.