V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

El gran secreto

Pablo Estival, 14 años

                  Colegio El Prado (Madrid)  

Estaba acurrucado en el pequeño hueco que se había hecho entre la paja. La temperatura era muy baja, propia del comienzo de la primavera. Algunas nubes ocultaban el tímido sol que apenas rasgaba la mañana. Los témpanos de hielo colgaban por doquier y el campo, cubierto de escarcha, mostraba un color verde vivo.

Una voz casi angelical terminó de despertarle. Una vez se desveló, pudo percibir la belleza de la figura que se encontraba en su presencia. La muchacha era joven y tenía una sonrisa especial. El cabello parecía oro puro y su piel era blanca como la nieve. El joven, acongojado, intentó salir corriendo, pero sus piernas no le respondían a causa del frío.

La voz angelical volvió a pronunciar su nombre. Esta vez la dulzura iba acompañada de un tono casi maternal y de una pureza infinita. Casi de inmediato, y sin saber muy bien por qué, el hombre avanzó hacia la esbelta joven, cautivado por su belleza. A medida que se acercaba, su corazón latía más y más deprisa.

La joven también se aproximó hacia él, sosteniéndole la mirada. La voz angelical volvió a nombrale. El muchacho asintió. La chica se detuvo a pocos centímetros de él, que miraba hipnotizado aquellos profundos ojos verdes. La doncella susurró a su oído que se llamaba María y que tenía que decirle un secreto y hacerle una propuesta.