XV Edición

Curso 2018 - 2019    

Alejandro Quintana

El mosquito

Jesús Montalbán, 16 años

Colegio Mulhacén (Granada) 

—¿Podría venir, por favor?... Un chico ha vomitado en el comedor.

El conserje asintió con desgana, pero en seguida se puso en camino hacia el cuarto de la limpieza, abriéndose paso entre la amalgama de alumnos que llegaban tarde a clase.

Dentro de la minúscula habitación, llenó el cubo de la fregona y buscó con la mirada el bote del jabón líquido. De pronto sintió un zumbido a sus espaldas.

«¡Ahá…! Con que aquí tenemos al último mosquito de invierno...», pensó al descubrir al insecto, que chocaba contra la bombilla que colgaba del techo.

Cogió un trapo, dispuesto a aplastarlo, pero cuando se disponía a alzar el arma, la bombilla se fundió.

«¡Otro corte de luz», protestó en su interior. Era el tercero de la semana.

Tanteó a ciegas en busca del pomo, sin éxito. En ese momento notó de nuevo el zumbido, que iba y volvía alrededor de su cabeza. Sacó el mechero de su bolsillo y lo encendió con un chasquido.

La llama proyectó una gran silueta en sombras sobre la pared. El conserje escuchó un chillido que le hizo perder el equilibrio y cayó al suelo.

Se incorporó en la oscuridad, confundido y mareado, pues el zumbido parecía rugir palabras ininteligibles. Una vez en pie, entre jadeos, agitó las manos para espantar a lo que fuera aquello. Pero, de repente, un arañazo cruzó su cara, hiriéndole también una oreja y el cuello. Hubo un leve silencio antes de que algo bien afilado se le clavara en la nuca.

El despertador le hizo abrir los ojos. Contempló al último mosquito de enero, que se le había posado en el brazo, decidido a darse un banquete.