XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

El poder de los consejos

María Pardo, 16 años

                 Colegio Ayalde  

¡Cuánto cuesta acoger un consejo o corrección! Desnudar las debilidades y dejarse ayudar es como recorrer la mitad del camino hacia una meta. Pero pedir consejo no es siempre fácil, menos aún para un adolescente.

Hasta ahora, siempre me había creído capaz de afrontar sola los problemas, pues el orgullo no me dejaba escuchar las sugerencias y recomendaciones que me hacían los demás, y al final me costaba mucho más esfuerzo corregir mis errores. Este curso, sin embargo, he empezado a valorar y seguir los consejos, y también he aprendido a no hundirme cuando me corrigen. Poco a poco comienzo a ver las correcciones como una oportunidad de mejorar, en vez de como un motivo para consternarme. Debo remarcar que reconocerse imperfecto y aceptar los propios desaciertos supone una gran descarga, porque el miedo a verse inferior pesa como un saco de ladrillos.

Además de dejarse corregir, es importante pedir ayuda. Siempre hay alguien con experiencia dispuesto a guiarnos en el trayecto. Yo misma me sorprendo de la cantidad de amigos, profesores y familiares prestos a ofrecer sus mejores sugerencias. Una vez vencida la timidez o el orgullo, pedir orientación puede convertirse en el medio más práctico para alcanzar metas o solucionar problemas.

Hace unos días se me ocurrió una imagen gráfica que representa cómo funcionan los consejos: imaginé una una montaña, que simboliza el camino que queremos recorrer. Nosotros estamos a sus pies; arriba se hallan las personas que nos quieren (padres, hermanos, tutores, etc.). Desde la cima nos lanzan una cuerda para ayudarnos a subir y, para mí, esa cuerda representa todos sus consejos, sugerencias y correcciones. Nosotros podemos agarrar la cuerda y escalar con seguridad, o bien rechazar esa ayuda y avanzar solos. En vista de que subir sin apoyo exige más tiempo y esfuerzo, ¿no deberíamos aprovechar el auxilio que aporta la cuerda?

Qué conveniente es acoger esa cuerda que nos ofrecen, así como perder el miedo a solicitarla… No siempre será fácil vencer el orgullo, pero en muchos casos merecerá la pena.